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sábado, 30 de noviembre de 2013

PENSAMIENTO FILOSÓFICO

EL PROBLEMA SIEMPRE HA SIDO DETERMINAR LO QUE LA LUZ PROYECTA AL TROPEZAR CON LAS COSAS, PORQUE LA SOMBRA ES, EL IMPACTO LUMINOSO DE LA OCULTACIÓN.
                                                                           José Manuel Delgado Ocando

PENSAMIENTO SOBRE LA FILOSOFÍA

LA FILOSOFÍA ES LA PRÁCTICA MÓVIL DE LA QUIETUD
                                                       Manuel Delgado Ocando

miércoles, 20 de noviembre de 2013

PENSAMIENTO DE AUTOR DESCONOCIDO

MAÑANA SERÁ NUNCA, SI NO POSEES MENTALIDAD GANADORA, SI CONDICIONAS TU CONCIENCIA, SI NO UTILIZAS TU CAPACIDAD REFLEXIVA.
DE AUTOR DESCONOCIDO.

martes, 19 de noviembre de 2013

EL LÁPIZ DEL ESCRITOR



El lápiz del escritor
   Manuel Martínez Acuña
         Por más que el antiguo helenismo no deje de influir de alguna manera en el mundo del escritor moderno, éste no tiene por qué sujetar tampoco el avance de su lápiz, hacia una nueva era. Ni olvidarse del vacío filosófico que a menudo ronda en cada nueva generación, reduciendo virtualmente todo a una cómoda colección de objetos, similar a la filatelia.
         No obstante, en cada ser humano habita una canción anónima, que mueve a encontrarse con el duende maravilloso y fabril de las artes.
Es decir, el escritor puede llegar a ser una máquina destructora de vicios, y acabar con la barbarie y los falsos positivos. Pero también puede generar espacios en donde tiene lugar la alabanza y el elogio, el cabildeo y el mal oficio.
También vale, por su poderosa vinculación con el desarrollo espiritual de los pueblos, y los procesos del conocimiento. Vale por el brote que alienta en la tierra destruida, y por el arco iris que pinta en la flor de los colibríes, en los relatos, leyendas, cuentos y figuras literarias conque, entre mitos y emociones del clasicismo, o cibernéticas de la modernidad, convoca a la lectura.
Bien decía Cecilio Acosta del escritor (sobre todo del que toma su asiento al lado de la prensa escrita), que, “un periódico escrito en una gran metrópoli, y bien escrito, enfrena las olas de la agitación social o las dirige; forma las tempestades para convertirlas en lluvias de ideas; levanta tribuna para la opinión y tribunal para la queja. Y, en virtud de su poder y de sus relaciones internacionales, es árbitro de la paz y de la guerra.”
Ese pasado, porque tiene páginas, debe servir de contenido abierto. De sensibilidad objetiva. De fuerza que fije la implantación formativa que toca al presente. Lo que por supuesto no quiere decir que el escritor tenga por eso que correr las cortinas a toda práctica novedosa. Que no se proponga demostrar un nuevo modo de ver el mundo. Que no pueda dar un toque de fantasía a la realidad dominante. O, en todo caso, que deje de reproducir el lenguaje rústico de la calle con el que quiera teclear las pulsaciones del sentir moderno. Si el mundo que en cada presente se muestra inconforme entre hombres y dioses, lo quiere ver como un regreso a la imitación.
 De ahí que el lápiz del escritor de hoy -que en parte está casi cercado por una cultura audiovisual de creciente contraposición al libro y al periódico-, tendrá que preocuparse más por lograr nuevas sorpresas, desde su filiación con el lenguaje arquetipo, hasta el sonsonete antibiótico de la televisión.