EDAD EXTRAÑA
Tiempo, siglo, instante, edad extraña ésta,
donde casi todo se siente empujado
a creer en lo imposible. A esperar
que las nubes y las piedras nos hablen
de esas viejas preguntas que en nosotros
han vivido evasivas desde siempre.
Y, así andamos, donde todas las cosas
que ya fueron, insisten como el cántaro,
hasta romperse contra el fondo de un pozo,
o en el adarme del reloj de arena.
Será como dejar lo que buscamos
o ver que el puño aprieta el polvo, el agua,
sin poder impedir que todo escape.
Sin que el mundo termine convertido
cada vez más en sombra de fantasmas;
o en una torpe bestia del génesis.
A veces ni siquiera ante estas cosas
sentimos el asombro de estar vivos,
ni sabemos buscar para qué sirven
aquestas rezumantes moralejas
con que siempre la verdad se disimula,
y, presto se lisonja la mentira.
Si a la luz de la luna los colores
del alba no se advierten,
es porque duermen en las voces del agua;
en la promesa de otro despertar.
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