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martes, 29 de noviembre de 2011

VIVENCIAS, CONVIVENCIAS Y, PROPUESTAS, SOBRE CONDOMINIO


VIVENCIAS, CONVIVENCIAS
Y, PROPUESTAS, SOBRE CONDOMINIO 
                    
      He aquí unos días propicios -como son los del mes de diciembre, con sus retablos navideños y venturas de Año Nuevo-, para escapar de ese cansado hábito de ver el mundo del condominio tan sólo por un agujero. Es decir, sin darnos cuenta de cuánto tardamos propietarios e inquilinos, en mejorar y compartir la situación de metas, dentro de las cuales se impone la previsión de cultivar, sin apremios excluyentes, el arte de estar en correspondencia y armonía con la vecindad. De asumir la necesidad de recurrir a la grata iniciativa del saludo, de las expresiones corteses, palabras o gestos amables, en pasillos y estacionamientos. Sobre todo en la interinidad de los ascensores; donde mirarse a los ojos o dispensarse mutuamente una eventual sonrisa, es suficiente como para refrescar la imagen social de todo el conjunto residencial.
                   Nunca es temprano para decir que, la labor de las Juntas de Condominio se ha reducido en la práctica, a tan sólo dos áreas, como son las del cobro de los morosos, y, la parte destinada a la mira de los problemas relacionados con el funcionamiento de los ascensores, las filtraciones, limpieza, recolección de basura, o, la “inseguridad”; cuando su misión más importante y laudable es, fomentar la convivencia colectiva, y, lograr además que los vecinos lleguen a sentarse en una mesa, no sólo con el fin de discutir problemas puntuales, sino también para acercarse entre sí, y, conocerse mejor; creando con ello el espacio necesario donde poder salvar, cuanto de trato amigable hayamos perdido en función de la fraternidad vecinal.
                   Y, es bien importante también tener en cuenta que, los integrantes de una Junta de Condominio, no tienen por qué detener sus ganas de trabajar, por causa de ese tipo de personas que nunca faltan, como el que se ha bautizado con el remoquete de "Pepe Gruñón"; que es aquel vecino que vive quejándose de los problemas, criticando las decisiones, o hablando mal de todo y de todos; sin llegar nunca -que se sepa-, a aportar soluciones provechosas a la causa común, Y, que, para colmo de males, es casi siempre el que se mantiene moroso en el pago del condominio.
                   Sin embargo, todo conduce a buscar su integración. A hacerlo parte importante y responsable de los hechos, que hacen el honor y los valores de una sociedad compartida en condominio. Pues, siempre hay una filosofía que permite llegar a tener un lugar adecuado, en circunstancias como ésta.
                   Por todo esto, hagamos llegar los encantos y alegrías propios de la Navidad a nuestro edificio, liberando las buenas razones y nobles sentimientos, de su absurdo confinamiento.    
                   Feliz Navidad y próspero Año Nuevo de 2012. (Manuel Martínez Acuña)

jueves, 24 de noviembre de 2011

ARTE, O BARBARIE. - MANUEL MARTÍNEZ ACUÑA

ARTE, O BARBARIE
    MANUEL MARTÍNEZ ACUÑA

En efecto; y como forma de insistir un poco más sobre el tema de las corridas de toros, y, de su línea de conceptos confrontados, me voy a permitir ahora tomar un diálogo entre dos personajes de mi novela “BAÚLES DE MONASTERIO”, Huamán y el camionero Itxaso, Pág. 220, buscando con ello ampliar los criterios que pugnan en torno a un acontecimiento que ha despertado inquietudes integradoras de los valores humanos, desatado polémicas religiosas e, intentado prohibiciones de todo tipo, como un drama que demanda razones entre las fuerzas del bien y del mal.
Veamos entonces lo que dicen estos dos personajes, Huamán y el camionero filósofo, Itxaso, sobre las corridas de toros y las peleas de gallos, marcando en pocas palabras la diferencia que existe entre el método de infligir dolor a través de la oblicuidad promocional, y la forma estética que toma el arte, para darle tonalidad noble a los sentimientos del hombre:

 Huamán le miró en aquel momento con una fresca sonrisa en los labios, y actuó como si sólo se tratara de elegir entre los gallos y la soya, o, como el político que busca la manera de salir del paso sin poner a prueba sus propias convicciones, ni tampoco la sensibilidad de su interlocutor.
Ahora estoy completamente convencido (dijo), que lo que yo quiero es trabajar un akatahu (pedacito de tierra) y, buscar la manera de estudiar una carrera. La pelea de gallos no me interesa; porque veo que hay una buena parte de crueldad en ese juego.
Y, si es cierto que esa lucha se da entre animales de la misma especie; y, que hay también normas que regulan las peleas mediante el pesaje de los ejemplares y la medición de las espuelas, buscando el equilibrio del combate, también es cierto que es un deporte identificado con el dinero fácil. Por lo que le ruego me perdone por no estar de acuerdo con ese juego, al que usted le ata cabos de hilos multicolores.
Está bien (le replicó Itxaso), casi disuadido ya de su empeño particular de asociarlo a esos intereses.
Pero, ¿qué me dices entonces de las corridas de toros, donde el homo
sapiens se crece ante la víctima irracional, precedido de ese rimbombante etiquetado de fiesta brava, o de arte taurino; cuando en realidad no son otra cosa que la oblicuidad de la tortura, el método de infligir dolor, clavar banderillas, hincar lanzas a mampuesto a un animal que no enviste realmente al torero, sino al color alucinado y alucinante de una muleta?
En otras palabras, las corridas de toros son una monstruosa dispensa;
el sádico privilegio de sacar a un animal fuera de sus límites naturales, para ser muerto de mil maneras inteligentes y estudiadas, antes de la estocada fatal. Y, todo con el beneplácito de la afición o de una parte de la sociedad, que, no pudiendo imaginarse así misma sino victoriosa y triunfante siempre, se olvida del bienestar común.
¡Bien dicho! Eso era lo que yo esperaba escuchar alguna vez, acerca de ese crimen institucionalizado de las corridas de toros; sobre todo con la convicción conque usted lo ha hecho. Lo felicito. (Replicó Huamán evidentemente aliviado).
Yo no he ido a ninguna de esas fiestas (prosiguió); pero tampoco ignoro la tortura que allí se inflige sólo por dinero y diversión.
Todos los animales deberían ser tratados de manera digna, por simple deducción.
Al igual que a la flora amazónica que, dicho sea de paso -si la dejamos ir como va-, no sólo nos quedaremos solos con nuestra propia especie (sin la maravillosa compañía de la fauna y la vegetación silvestres), sino que el mundo mismo se vería en problemas de habitabilidad.
Pues, escasearía el agua, los alimentos, la lluvia; hasta la constante vital del oxígeno. Y, se extendería el desierto, el hambre, el efecto invernadero; entre otras calamidades que darían al traste con la vida misma del el planeta.

                                    Apuntes21@gmail.com         

domingo, 13 de noviembre de 2011

A la vuelta del Tiempo - Manuel Martinez Acuña - Parte 23

H
abiendo cumplido ya con el objetivo principal del viaje; vale decir, con la programada visita al insigne científico venezolano doctor Humberto Fernández Morán, en Estocolmo, llegamos con lluvia a París, con una gran preocupación espiritual, por su precario estado de salud.     
Arco del Triunfo
            Lo primero que hicimos en el hotel, fue tomar un baño de agua caliente, cambiarnos, y luego salir a recorrer los campos Elíseos, más que todo, para llegar hasta el Arco del Triunfo y poder, con legítimo orgullo, leer inscripto en su piedra mármol el nombre de nuestro compatriota Generalísimo Francisco de Miranda, entre los grandes de la historia.
            Recuerdo que hacía frío, y eso hizo que me acordara de que en el bolsillo interior del abrigo había previsto poner una carterita de brandy, conque poder calentarnos en caso necesario. Pues bien, se lo comuniqué a Roberto y a Loloy; y a la sombra de un frondoso y centenario árbol parisino, nos aumentamos el calor del cuerpo -por decirlo así-, en una tercera dimensión.
               Una vez que nos hicimos de una concepción aproximada de lo que se dice y cuenta del comportamiento displicente del “citadine francés, ante el turista, visitante o forastero; y, en vista de que la torre Eiffel es objetivo focalizado desde casi cualquier punto de la ciudad luz, decidimos llegar hasta allá bordeando el Sena a veces, otras deteniéndonos en un café; o, en una parada especial, para conocer de cerca el sitio donde lamentablemente ocurrió el fatal accidente automovilístico en el que perdiera la vida, en un extraño acontecimiento, la princesa Diana de Inglaterra. Igual vista  como lady di.
            La torre Eiffel, como se sabe, es una estructura metálica de 330 metros de altura; diseñada por el ingeniero francés Gustave Eiffel, para la exposición universal de 1889. Es el símbolo indiscutible de París.
Café Tabac
            Aquel sitio estaba lleno de gente. Unos subiendo a la torre y otros bajando. Todo aquello parecía como una sonámbula procesión de niños, jóvenes y viejos, yendo a rendir tributo a lo desconocido, siguiendo el ritual, la ostentación, o el bosque mágico de la propaganda publicitada por las grandes corporaciones mediáticas.
            Pero, por encima de estos viejos o sosegados recuerdos, persiste uno, un tanto atípico que, a merced de un porqué, me ha hecho cavilar mucho. Es decir; el de la ocurrencia de una paloma malhumorada, camorrista o epizoótica que, entre una gran multitud, se vino a antojar de mí, para lanzarme a la cara un napalm mojado, olor a pólvora quemada. Tuvo mi amigo Roberto –en medio de mi desconcierto, y de una que otra risita mal reprimida- que venir con su pañuelo en mi auxilio, acaso para prevenirme de posibles gérmenes infecciosos, como excelente profesional de la medicina que es; además de filósofo e historiador.
           
            Lo más curioso del caso es, que, habiendo tantas palomas surcando el cielo de Maracaibo (sin que esa posibilidad me hubiese ocurrido en más de ochenta años), tuviera pues que cruzar el atlántico durante más de nueve horas, para que esa tal ley de las probabilidades se cumpliera precisamente en mí, justo cuando miraba hacia arriba de la torre Eiffel.
Torre Eiffel
            Así las cosas; y, después de tomar un ligero refrigerio en un kiosco de revistas, flores, etc., aledaño a la torre, recorrimos el tramo de camino que conduce al museo del Louvre, con el ánimo dispuesto a entrar a contemplar parte de la ingente colección de obras de arte provenientes de civilizaciones, culturas y épocas diversas, que son del orden de las 300.000 piezas; de las cuales sólo unas 35.000 están expuestas. Eso esperábamos. Pero una larga cola para entrar, nos desanimó, debido más que todo al cansancio que ya nos fastidiaba.
            Debo confesar que, para mí, aquello fue un desperdicio, una irreparable pérdida; pues, a diferencia de Roberto y Loloy, yo no conocía el Louvre, uno de los museos más importantes del mundo, donde se exponen entre otras tantas, obras de los siglos XV y XVI, como por ejemplo La virgen de las Rocas, de Leonardo Da Vince (1483-1486), La Gioconda, de Da Vince (1503-1506),  Las bodas de Caná, de Paolo Veronese (1562-1563; o, La Afrodita de Milos, más conocida como la Venus de Milo, de autor anónimo. Es una de las estatuas más representativas del período helenístico de la cultura griega, y, una de las más famosas esculturas de la antigua Grecia. Se cree que pudiera ser obra de Alejandro de Antioquía.