ESTE ARTÍCULO FUE PUBLICADO EN MI COLUMNA DE
PANORAMA DE TODOS LOS VIERNES, A POCOS DÍAS DE SU MUERTE, OCURRIDA UN 17 DE
MARZO DE 1999.
A p u n t e s
LA BARBARIE Y UN BRILLANTE CIENTÍFICO
Manuel Martínez Acuña
Para aquellos a quienes
todavía la civilización se les antoja selva, y por lo tanto actúan como si no
les interesara ver más que jungla, el follaje primitivo, o, como dice Breyssig,
al hombre congelado en el tiempo, pareciera no importarles el saber histórico,
la memoria del pasado. Pero lo más desconcertante de todo es que, bajo estas
inocentes imágenes, se esté arriesgando lo más racional de la inteligencia
-precisamente entre personajes importantes de la política y de la ciencia-, con
relación al insólito e inexcusable desprecio de que ha sido objeto el legado,
la última voluntad, la donación de una valiosísima biblioteca y unas cuantas
unidades de laboratorio, de tanta coyuntura histórica y personal -dejadas
abandonados en un depósito de la Universidad del Zulia-, del más universal de
los científicos venezolanos, como lo fue el zuliano Humberto Fernández Morán.
Ejemplo bien claro de nuestros valores fundamentales que, de buena ley, no sólo
identifican hoy la ciudad y el país, sino también a Iberoamérica y su gente.
Ahora bien, ¿será cuanto acaba de ocurrir un hecho vinculante todavía con aquel
23 de enero de 1958? ¿Es acaso que aún persisten, sin desvíos ni retrocesos,
las pasiones políticas que dieron paso a aquel terrible ostracismo? Sea cierto
o no, todavía parece cosa incómoda de negar.
Sería todo muy fácil si ahora se dijera,
que ya es una cosa arreglada. Que se honrará la donación. Pero si este mal no
se le echa ahora definitivamente de la política criolla, de la sociedad, de las
universidades, de nuestra cultura, de las zonas cotidianas de la vida
venezolana -donde está encajado-, volverá a repetirse. Y la molicie terminará
aniquilando todo vínculo con el pasado, toda posibilidad de vivir a la altura
de los nuevos tiempos.
¿Se ha pensado en lo que
significa exponer a la pérdida, libros, equipos, notas y apuntes personales de
Humberto Fernández Morán; posiblemente referidos al Bisturí de Diamante, al
Microscopio electrónico de Alta Resolución, al Ultramicrotomo, al Programa
Espacial Apolo, de la NASA, al IVNIC de Pipe, entre otras realizaciones
científicas?. Por eso, al resumir su fisonomía el ilustre historiador J. L.
Salcedo Bastardo dijo: “es la personalidad nacida aquí, de más renombre en el
panorama científico mundial de toda nuestra historia”.
Importa mucho decir aquí
que, no obstante no contarme entre sus amigos mejor calificados, mi gran
admiración por él me llevó a hacer lo que ese sentimiento coloca ante tal
vínculo. Por eso, mal pude esperar mejor fortuna que ir a visitarle motu
proprio en su lecho de enfermo, en Estocolmo, Suecia, a escasos cinco meses
antes de su muerte, ocurrida un día como hoy, el 17 de marzo de 1999. Allá tuve
el honor de conocer a su amantísima esposa, doña Anna Browallius. Allá, en su
módico apartamento, ella, en persona, me pidió conservara para la historia once
fotos tomadas por su marido en febrero de 1986. Las que contienen su equipo
completo de investigación, y, entre otros detalles, una puerta que lleva a un
cuarto de estudio, con la siguiente inscripción: DARKROOM – PLEASE KNOCF – BEFORE
ENTERING. Y allá tuve también la extraña suerte de poder tener en mis manos un
trocito de roca lunar, de los que la NASA le permitió archivar por su
cooperación en su análisis, luego de la gran hazaña de llegar a la luna.
Nadie que se coloque en una
actitud seria y se haga de ella responsable, podrá evitar su malestar por esta
mala sombra de la barbarie política. Pero todavía estamos en tiempo. Hoy, de
simple parecernos todo posible, podemos hacer el momento para dejar que el
mismo gobernalle de la historia, reinstale en un definitivo presente, al más
universal de los científicos venezolanos. Y, en solidaridad íntima con el
destino de la ciencia, crear la Fundación Humberto Fernández Morán, iniciándola
con esta parte de su obra
científica.