PALABRAS DE PRESENTACIÓN DE LA NOVELA BAÚLES DE MONASTERIO, PRONUNCIADAS POR MANUEL MARTÍNEZ ACUÑA, EL DÍA SÁBADO 20 DE JUNIO DE 2009, EN EL CENTRO DE LA DIVERSIDAD CULTURAL – CARACAS.
Gracias por haber atendido nuestra invitación.
Bien pudiera decirse que esta reunión de amigos muy especiales, y una buena parte de la intimidad o de mi enjambre familiar en esta biblioteca, esta noche, no sería más que un hecho aislado en tomo a la presentación de un libro; que no tiene un elemento creador que lo haga girar de alguna manera hacia lo irreductible de la evocación. Pues no; este evento trae a la memoria y tiene para la imaginación muchas semejanzas con las viejas tertulias literarias que se concitaban en la Maracaibo de ayer. Para entonces, o todavía, con la presencia de Berty Ríos, Gabriel Bracho, Hercolino Adrianza, Vinicio Romero Martínez, Mariano Parra León, Pedro Alciro Barboza de La Torre, Gastón Montiel Villasmil, o Mercedes Carvajal de Arocha (la gran Lucila Palacios), entre otros. Así, desde esa perspectiva histórica, iniciemos este acto.
Desde luego, siendo el objeto central de este encuentro la presentación de mi novela "Baúles de monasterio", tal vez deba, sin proponerme explicarla, tratar de puntualizar al menos a algunos de sus rasgos o trazos principales, los que serían equivalentes a la conservación del medio ambiente amazónico, y a una mejor ubicación y comprensión de la etnia yanomami, que no aparece en la literatura etnográfica antes del final del siglo XVIII.
Fue Humboldt en el 1800 uno de los pnmeros en dejar testimonio de la existencia de este pueblo en su viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente, durante su estada en la vasta sabana de La Esmeralda que bordea el Orinoco. Por eso han sido llamados con propiedad los últimos hombres libres.
Asimismo; el mundo que rodea a sus personajes es tan variado y de tan extraño realismo, que la novela pretende y es una crítica al contado de la realidad; y hasta una sospecha de que el orden natural de las cosas haya sido ancestralmente violado por una falsa visión mística de la vida espiritual.
Todo comienza en un monasterio en ruinas abandonado en la selva amazónica, después de un secuestro y una avioneta siniestrada. Todo dentro de una imperturbable lógica, códigos agudos e irreverente s, y una profunda convicción de lealtad abierta a expresar lo que se debe y nada más.
En el libro interviene toda la familia; hijos nietos y nueras. Cada cual con la parte que encontró en su relación con la diagramación y diseño, portada, corrección de textos e ilustraciones; hasta la presentación y el prólogo. De ahí que sus páginas
inserten, más allá de la curiosidad intelectual, esa particularidad, sin que esto signifique anormalidad o exclusión alguna a propósito.
Dicho esto, los invito cordialmente a cortar la cinta que sujeta el libro, y, ya abierto, presentado a ustedes, e iniciar la tertulia. Muchas gracias.
Bien pudiera decirse que esta reunión de amigos muy especiales, y una buena parte de la intimidad o de mi enjambre familiar en esta biblioteca, esta noche, no sería más que un hecho aislado en tomo a la presentación de un libro; que no tiene un elemento creador que lo haga girar de alguna manera hacia lo irreductible de la evocación. Pues no; este evento trae a la memoria y tiene para la imaginación muchas semejanzas con las viejas tertulias literarias que se concitaban en la Maracaibo de ayer. Para entonces, o todavía, con la presencia de Berty Ríos, Gabriel Bracho, Hercolino Adrianza, Vinicio Romero Martínez, Mariano Parra León, Pedro Alciro Barboza de La Torre, Gastón Montiel Villasmil, o Mercedes Carvajal de Arocha (la gran Lucila Palacios), entre otros. Así, desde esa perspectiva histórica, iniciemos este acto.
Desde luego, siendo el objeto central de este encuentro la presentación de mi novela "Baúles de monasterio", tal vez deba, sin proponerme explicarla, tratar de puntualizar al menos a algunos de sus rasgos o trazos principales, los que serían equivalentes a la conservación del medio ambiente amazónico, y a una mejor ubicación y comprensión de la etnia yanomami, que no aparece en la literatura etnográfica antes del final del siglo XVIII.
Fue Humboldt en el 1800 uno de los pnmeros en dejar testimonio de la existencia de este pueblo en su viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente, durante su estada en la vasta sabana de La Esmeralda que bordea el Orinoco. Por eso han sido llamados con propiedad los últimos hombres libres.
Asimismo; el mundo que rodea a sus personajes es tan variado y de tan extraño realismo, que la novela pretende y es una crítica al contado de la realidad; y hasta una sospecha de que el orden natural de las cosas haya sido ancestralmente violado por una falsa visión mística de la vida espiritual.
Todo comienza en un monasterio en ruinas abandonado en la selva amazónica, después de un secuestro y una avioneta siniestrada. Todo dentro de una imperturbable lógica, códigos agudos e irreverente s, y una profunda convicción de lealtad abierta a expresar lo que se debe y nada más.
En el libro interviene toda la familia; hijos nietos y nueras. Cada cual con la parte que encontró en su relación con la diagramación y diseño, portada, corrección de textos e ilustraciones; hasta la presentación y el prólogo. De ahí que sus páginas
inserten, más allá de la curiosidad intelectual, esa particularidad, sin que esto signifique anormalidad o exclusión alguna a propósito.
Dicho esto, los invito cordialmente a cortar la cinta que sujeta el libro, y, ya abierto, presentado a ustedes, e iniciar la tertulia. Muchas gracias.
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