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sábado, 26 de marzo de 2016

EL SÍNDROME DE PATRIA



EL SÍNDROME DE PATRIA
      Manuel Martínez Acuña
                                                                            Quien quiera  enseñarnos una verdad, que nos sitúe de modo
                                                                                 que la descubramos nosotros mismos. (Ortega y Gasset)

                Así como lo inconexo aísla y desliga el orbe, y, desconecta la individualidad, el concepto de patria que pretendemos examinar en este breve ensayo puede establecer, entre otros casos, ciertos lazos o precisiones culturales e históricas compartidas, que de alguna manera tallan en la mínima porción del alma sentimientos, que equivalen al apego, devoción y  admiración por la propia familia; y, aquellas otras pequeñas cosas que también son del mismo paño, como las de un apretón de manos, las de un abrazo de amigo, o las de un buenos días gratificante al cruzar de la esquina del pueblo que nos correspondió convivir. La patria puede ser, por lo tanto, el lugar de nacimiento, el pueblo de los ancestros, o el país donde alguien se arraiga, en un cierto momento de su vida.
            Es demasiado ancho el mundo y demasiado disperso, como para no tener una visión más completa, difusa y plasmable de lo que ciertamente atañe a la acepción de patria. Es decir, desdoblar el concepto, sin necesidad de desatender el mérito o a la razón que asiste a una buena parte de la población, que hace responsable a este tipo de sentimientos, de las guerras, la xenofobia, el racismo, los genocidios, el terrorismo; y, por supuesto, de la violencia ideológica y política de que se tienen nociones y, entran en juego, entre los otros y muchos males  que padece la humanidad.
            De allí que, es importante señalar aquí, que, el uso de este sentimiento no debería tener evocaciones despectivas; dado que sentir la patria no es querer hacer cualquier cosa, sino sentir un fuerte lazo con sus rasgos culturales y con su historia; pues nada se da de gracia ni se fija como obligatorio, la impresión, el efecto o la sensación de patria.
            La conclusión es obvia. La acepción más simbólica de patria, expresada bajo impresiones y sentimientos propios del patriota, permite que utilicemos bien el término, para dejar caer sobre toda suerte de cosas, lo verdaderamente fuerte, pleno y profundo, de lo que se encuentra dentro de la familia de este concepto; después de haber sido examinado muy sucintamente a través de sus circunstancias, y, encontrado que, una franja de la población se encuentra en medio de dichas visiones, indiferente a sus argumentos.
            Pues bien; todo esto en el diálogo “Teetetes” de Platón, pretendería decir puntos de vista.