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miércoles, 11 de febrero de 2015

HABLA EL PAPA FRANCISCO

ESE HOMBRE HABLA LA VERDAD. SABE MIRAR EN LOS CIELOS TORMENTOSOS DE LA HISTORIA DE "LOS PEORES ACTOS" DE LA IGLESIA, Y, LOS HACE CLAROS, TRANSPARENTES Y NÍTIDOS, A LOS OJOS DEL MUNDO DE HOY,.CON LA ESENCIA DE UNA SONRISA DIÁFANA Y PURIFICANTE.
UN ABRAZO.
 
 
 


sábado, 7 de febrero de 2015

PSICOLOGÍA DE LOS CELOS


PSICOLOGÍA DE LOS CELOS
Manuel Martínez Acuña
            ¿Qué puede dejar de decirse del amor? Muy poco; o casi nada; pues hay hasta lugares al margen de su inadvertido silencio que, cuando calla todo a su entorno, surge un vacío de rumor que cautiva el corazón, y, aparece entonces en escena el trasvuelo de algún sublime ruiseñor.
         Así se van vistiendo una a una, con nubes de emoción expectantes, las piezas del amor, que dan contento al alma, y, aunque se cuentan sin preámbulos, dan cierto suceso a la vida y, tienen la gracia del encanto; merced a lo que cabe pensar de la pasión, la sensualidad o de la fascinación, al lado de otros andarines asuntos que se cruzan.
         ¿Se puede hablar sobre los encantos del amor sin caer en contradicciones?  No deja de ser ésta una posibilidad cercana; pero entre las apariencias concretas, el amor gana fuerza y levanta fuente de poesía. Mas; es cosa bien distinta, cuando aparecen los primeros indicios malhadados de los celos, con su modo funcional disociado.  
         Desde cualquiera de sus lugares más sensibles, esta propensión de celos en el amor (que puede ser la advertencia desencadenante de una situación personal y familiar insostenible), se caracteriza generalmente por una baja autoestima, la inseguridad de la persona que los padece, o debido acaso a alguna patología social afín; y, hace que, desde un primer momento, tal estado de ánimo le imposibilite alcanzar y dar identidad propia a la felicidad.
         El amor por tanto se vive, se intuye, se descubre; y, además de hacerse de la sensación viva de las cosas, fija en su perfil, sin desviar el cincel, lo que después ha de llamarse dentro del plano emocional, éxtasis o arrobamiento. Esa extraña vibración que despierta, que llena de paisajes, de espejismos, de lirismo, el rosal de nuestro instinto, que es la voz del alma de las cosas. Por lo que tratar de definirlo de otra manera es casi imposible. Nadie conoce sus fronteras, ni sabe  dónde empieza ni dónde termina su parnaso.   
         No hay, pues, que recurrir a ontologías sutiles ni a razones filosóficas, para entender que los celos no son sino el resultado de la falta de confianza personal o de recelos mutuos de la pareja; y, que además, tienen muchas maneras diferentes de presentarse. Es decir, cada cual con una actitud obsesiva e inclinada, que de hecho encadenan situaciones indeseables, que no podrán nunca ser mitigadas por la vía de la disculpa estereotipada ni por ningún silencio forzado, sino solo bajo un rendido e inteligente cotejo de razones con encanto de sinceridad; si es que en definitiva el rumor es real y suena continuado.
         Después de todo, la duda no es de ningún modo el camino por donde se puede llegar a los ideales o himnos del amor.