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miércoles, 12 de mayo de 2010

Escribe Alonso Romero Martínez

Hola Tío Manuel: Te agradezco las apreciaciones que has hecho de mis comentarios a tu ensayo sobre Giordano Bruno. Con mucho gusto te autorizo para que los publiques en tu blog con el carácter de réplica que tú propones. Esto contribuye al dinamismo del diálogo y enriquece la discusión del tema

Respuesta al Ingeniero Alonso Romero

Hola Alonso (Mi muy querido monseñor): Leí con mucho interés tus comentarios o, juicio crítico, sobre un breve ensayo enfocado por mi, hacia lo que fue la inmolación del filósofo, teólogo y seguidor de las teorías copernicanas, Giordano Bruno, a través de mi blog en Internet: http://apuntesmanuel.blogspot.com.
Ante todo debo en rigor, felicitarte, por la forma tan precisa y razonada conque logras emplazar y conducir el tema de Bruno (aludiendo por supuesto áureos reflejos de música y canto gregorianos), hasta la misma antecámara escolástica de la Edad Media; interpolando edades y lejanías, cosas que tuvieron todo lo que necesitaron para ser lo que ciertamente fueron, entre el ayer inquisitorial y el nuevo orden de cosas de hoy, impuesto al universo científico por Galileo.

Comentario al Ensayo "Apuntes" sobre Giordano Bruno


Hola Tío Manuel: Me da mucho gusto que hayas creado una página en internet, yo, que tengo unos cuántos años menos que tú no me he amoldado a estas nuevas tecnologías. He leído lo que escribiste sobre Bruno, sólo que yo esas cosas las veo de otro modo. Cuando yo estudié Música y Liturgia en la Universidad Central, un curso corto que hice hace unos dos años atrás, donde se enfocaba todo al canto gregoriano, y, por lo tanto, se analizaba el comportamiento de la época, la vida monástica, el aislamiento del mundo exterior; yo intervine en una clase para decirle al profesor que no entedía cómo alguien que se preciara de religioso pudiera aislarse del mundo, cuando la iglesia tiene que ser comunitaria como lo demuestra la raíz de la palabra: eclesía; que no se podía vivir en una forma personalizada: yo me salvo y a los demás que los parta un rayo.