EL PODER DE
UNA SONRISA
Manuel
Martínez Acuña
La sonrisa es
una forma de expresión fisonómica inspirada por un sentimiento de satisfacción
que puede estar lleno de encantos, ser orlado de esperanzas y de fuerza vital, pero
también puede llevar, debajo de sus laureles, el sarcasmo y la ironía.
Es así como, por
vía de señal de la sonrisa, esa suerte de mensaje implícito en la expresión
facial del guiño y el hoyuelo que se observan debajo de los ojos, tras la dulce
perspectiva angular de los labios, cuando se sonríe, demuestra en su mejor
momento, una fortaleza interior que contagia autenticidad y felicidad hacia
fuera, y suscita aprestos de amistad y confianza, y ánimos más completos y
armónicos en la otra persona, desde la más calida perspectiva.
Posicionar la
sonrisa como la mejor obra artesanal de la comunicación -sobre todo en
situaciones incómodas-, es hacer que cierta sensación de serenidad y sosiego se
encargue de llenar esos acasos de dulces expectativas; de activar a partir de su
mero gesto, emociones reales y sinceras, como las que (según estudios realizados
por Paul Ekman y Ron Gutman), suelen ser la parte visible de un mecanismo de
identificación mental inteligente, entre dos sentimientos. Por lo que la
sonrisa pudiera llegar a actuar como un verdadero laboratorio de felicidad.
A la vista de
ese enfoque hipotético, la ironía y
el sarcasmo en la sonrisa -aun
cuando en el contexto filológico en que ambos aparecen no comparten exactamente
las mismas acepciones-, de alguna manera tienen grande parecido; pues así como la
ironía puede conducir al humorismo
de la expresión, extender o alterar de manera sutil o disimulada (a través de
una metáfora), lo que en efecto quiere comunicar; el sarcasmo por su parte lleva
consigo cierta intención de ofender, o el propósito de la burla burlando, no
obstante adoptar a veces una entonación de verdades contradictorias y creadoras
de una nueva verdad, como la envuelta en el suave rizo de la ironía retórica de
Sor Juana Inés de la Cruz, exponente del Siglo de Oro de la literatura en
español.
Con este breve rodeo
sobre el poder de la sonrisa, creemos haber ganado algún espacio; al menos el
mecanismo de realización de esa facultad única en el hombre, de poder dibujar
en su rostro el esbozo de un mohín de armonía, de esperanza, de concierto, a
merced de lo cual se le da sentido a la vida en el momento correcto; o la mejor
respuesta a las frías paredes de la
exclusión.
De modo pues
que, al expediente de la sonrisa como tal, debería añadírsele un rango de
cultura similar a la enseña del deporte, por aquella proverbial cita latina de
“Mens sana in corpore sano”, de las Sátiras de Juvenal. Sobre todo en estos
tiempos de conflicto que corren, de rostros rígidos, coléricos o sombríos.
Más exacto aún
sería decir finalmente que, aparte de muchas otras cualidades reflejas, sonreír
es una poderosa arma terapéutica ante cualquier indisposición de ánimo, propia
o extraña; que puede incluso convertirse
en un factor influyente hasta en el campo de los negocios, transmitiendo
confianza y optimismo ante alguna actitud de compra virtual.
En suma, la
sonrisa acaricia el alma de quien la da y de quien la recibe.