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martes, 15 de febrero de 2011

El papel de la Historia de la Medicina

El papel de la Historia de la Medicina
Manuel Martínez Acuña                  
      Porque la historia en general sigue a los hechos y no los precede, es algo más que un depósito de anécdotas. Es la determinación del hecho significativo; la reorientación hacia nuevas preguntas, mediante las cuales sacar nuevas conclusiones de datos antiguos.
I, de ese proceso gradual de acumulaciones, de nuevos descubrimientos, invenciones y demás métodos reunidos a través de la técnica, y de los conocimientos científicos, la historia de la medicina parece tener dos tareas simultáneas que cumplir al respecto; de las cuales una se produce a partir del registro cronológico de las observaciones pasadas, o logros científicos llevados a cabo; y la otra se plantea por la generalización teórica de datos no históricos; es decir, de estereotipos procedentes de libros clásicos de texto, cuya finalidad persuasiva y pedagógica tuvo su lógica y su época, pero que en la actualidad ya no se ajusta al ideal que una vez la produjo. Dos tareas simultáneas aunque diferentes, porque “trazan el desarrollo científico como una sucesión de períodos de tradición eslabonada sin ruptura acumulativa” pero, a verificarse una de ellas, en un momento o periodo dado, llamada sincronismo, y, la otra, a lo largo del tiempo, llamada diacronismo.
     Deseo en primer lugar, y de la manera más humilde, hacer una diferenciación entre lo que sólo está ligado a la experiencia de la vida –como es mi caso en lo personal-, y de los que hoy disponen de la informática y de la más actualizada tecnología, como fuente histórica. Por lo que obviamente no es el propósito de este artículo, seguir la pista en el tiempo a ningún grupo seleccionado de fenómenos relacionados con el conocimiento científico –a partir de la historia de la medicina-, sino más bien ejemplificar de la materia los puntos de vista más aceptados de la práctica y el sentido común, que puedan abstraerse para comprensión, tanto de la función social de la medicina como del concepto asociado de los paradigmas, que bien hablen del humanismo y espíritu de esta profesión, de que está revestida. Dos tareas primarias. Una de ellas a codificarse en un momento o período dado de su identidad. La otra, por sucesión de hechos a verificarse, a lo largo del tiempo y de su evolución.
      Curiosamente “las enfermedades, la muerte y el azar, han realizado la historia; y son los tres pilares sobre los que discurre el cuento de la humanidad.” Ahora bien; no detenerse a evocar esta verdad evidente de Blanco Soler (que es una descarnada reflexión sobre el orden y el desorden del mundo y el hombre), equivaldría tal vez a pasar por alto lo más importante del contexto histórico y de la peripecia ética de la ciencia, que no es menos que una razón para no desesperar. Tres pilares con orientaciones diferentes, pero que parten del principio según el cual, lo que es fundamental sirve para todo, y que la vida, desde el punto de vista bioquímico, es parecida en todas partes, y el código científico es universal.
      Por tanto, la mejor manera de verificar la importancia y la versatilidad del papel de la historia de la medicina, está inscrita en buena parte en “La estructura de las revoluciones científicas” de Thomas S Kuhn, de quien cito lo siguiente: “Al interesarse por el desarrollo científico, el historiador parece entonces tener dos tareas principales. Por una parte, debe determinar por qué hombre y en qué momento fue descubierto o inventado cada hecho, ley o teoría científica contemporánea. Por otra parte, debe describir y explicar el conjunto de errores, mitos y supersticiones, que impidieron una acumulación más rápida de los componentes del caudal científico moderno.” 
      Porque la ciencia no maneja verdades sino certezas.
Miembro de número del Centro Zuliano de Historia de la Medicina.

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