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miércoles, 12 de mayo de 2010

Comentario al Ensayo "Apuntes" sobre Giordano Bruno


Hola Tío Manuel: Me da mucho gusto que hayas creado una página en internet, yo, que tengo unos cuántos años menos que tú no me he amoldado a estas nuevas tecnologías. He leído lo que escribiste sobre Bruno, sólo que yo esas cosas las veo de otro modo. Cuando yo estudié Música y Liturgia en la Universidad Central, un curso corto que hice hace unos dos años atrás, donde se enfocaba todo al canto gregoriano, y, por lo tanto, se analizaba el comportamiento de la época, la vida monástica, el aislamiento del mundo exterior; yo intervine en una clase para decirle al profesor que no entedía cómo alguien que se preciara de religioso pudiera aislarse del mundo, cuando la iglesia tiene que ser comunitaria como lo demuestra la raíz de la palabra: eclesía; que no se podía vivir en una forma personalizada: yo me salvo y a los demás que los parta un rayo. El concepto de comunidad, de preocuparse los unos por los otros, de la justicia en la repartición de los bienes; es lo que se desprende del mensaje evangélico. El profesor me contestó: usted está viendo eso hoy, con la mentalidad de hoy; pero es necesario transportarse para la Edad Media para entender a los Anacoretas.
En este contexto veo lo de Bruno. Hoy vemos con horror esta persecución, y la de Galileo. De hecho la Iglesia ha rectificado estas actitudes que, sin lugar a dudas, fueron nefastas en la historia de la Iglesia. Naturalmente que también hubo corrupción en el seno clerical, y, hasta malas intenciones, cosa que ha sucedido en todas las épocas y en todas las instancias políticas y religiosas.
Hay una cosa muy importante: La moral es cambiante, porque, si se fundamenta en cosas externas al hombre, como es Dios, depende de la interpretación que el hombre haga de ese conocimiento; como no es tangible, puede equivocarse, y de hecho así ha sido en el correr de los tiempos. Por eso Kant considera que la ética debe fundamentarse en el hombre: proceder bien porque es necesario proceder bien; el bien en sí mismo, no fundamentado en otra cosa como lo enseña la moral que es fundamentalmente religiosa, por consiguiente religada a un Ser Superior que puede castigar.
Este pensamiento no puede indicar de ningún modo que yo haya cambiado mis creencias, porque afortunademente yo no fuí arrullado con ese canto de malignidad y contrario a todo evangelio que ocurrió en la época negra de la Iglesia, a mí me enseñaron un Dios de amor y no castigador, una Iglesia unida y fraternal. Esto que yo puedo escribir hoy aceptanto a Kant, es la expresión de una racionalidad.
Hablando ahora de otras cosas, he leido los versos que escribiste y me gustaron mucho. Están cargados de imágenes muy significativas y bonitas.

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Saludos, Alonso Romero Martínez

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