UN TEMA
SOBRE GRAMÁTICA
Mi muy querido y
apreciado Tito:
Permíteme hacer de tu conocimiento, una parte de la comunicación
que crucé con Javier Gómez (el joven comunicador que tú también conoces), relacionada
con el soneto dedicado a nuestro amigo Camilo que, entre otras cosas
intercambiadas, tuve a bien enviarle por correo electrónico. O, más que todo, permíteme
subordinar mis puntos de vista sobre el particular, a tus máximos valores y
conocimientos, acerca de la quintaesencia o realidad de la coma, en el entorno del lenguaje escrito. Que por simple
accesorio que parezca, su importancia salta tan a la vista, que bien merece un
comentario que nos brinde una seguridad por vía de tu autorizada explicación.
Como tú bien sabes; existe una espléndida metáfora del
poeta chileno, Vicente Huidobro, que
dice: “el adjetivo cuando no da vida
mata”. Esto, aun cuando no expresa de manera virtual lo que une y
desune la coma; y en verdad está referido a otra instancia gramatical, de
alguna forma (pienso yo), pudiera pasar lo mismo con la coma, partiendo de su uso indiscriminado.
Veamos lo que le respondí:
Apreciado Javier:
Definir qué son, y donde
deben cumplirse correctamente los signos de puntuación en una escritura, es una
cuestión en la que la autoridad subjetiva juega un papel muy parecido al de un
ordenador, cuya capacidad de resolver los problemas aritméticos y lógicos es (en
el caso de las grafías), el equivalente a la medición de una pausa breve,
prolongada y final, entre otras, resultado de la forma de hablar, enfatizar, o
del acento tónico de quien escribe; por supuesto, con vistas a las otras reglas
de la gramática.
Conozco más de un
escritor, excelentes por cierto, que son muy descuidados con esta parte
estructural del lenguaje. A mi humilde entender, creo que, con el uso al voleo
de esas comas y demás signos de puntuación que, cuando no están en su lugar
adecuado, desazonan la realidad del concepto y, vulneran la sintaxis, sólo se
logra invertir o por lo menos alterar, el valor corriente o actual de las palabras.
Pero, yendo más
directamente a tu observación sobre el contenido del tercero y cuarto
versos de mi soneto, “Esfera de un poeta”, dedicado al poeta Camilo Balza Donatti; por
mi parte creo que, poner una coma entre esos dos versos, como tú lo sugieres,
sería como hacer menos espontáneo el libre discurrir de la intención poética. Sería
como detenerse ante la urgencia de saber lo que al respecto “comente” la flor en su caso.
Sin embargo, quiero ser reiterativo en cuanto a que, se trata de una cuestión
en la que la autoridad subjetiva es la que siempre predomina en estos casos, no
sin tener que afrontar de alguna manera sus ligerezas.
Tomemos como ejemplo tu
correo, que empieza así: “Gracias por tu pronta respuesta, sí, me llegaron
ambos mensajes.” En este caso, yo le abría puesto, después de la palabra “respuesta”,
un punto y seguido, en vez de una coma; y, hubiera iniciado con mayúscula la
palabra “sí”, siguiente. Mas, insisto; el problema es de cualidad subjetiva y
concurso fonético. Y me moví a hacerte este comentario, porque veo tu interés y
temprano entusiasmo por la literatura. Y, también, porque tus palabras siempre rezumen
seguridad, alegría y esperanza.
Te agradezco mucho la
forma tan generosa como tú crees verme. Es el mejor testimonio de amistad que
he recibido en mi vida. Gracias.
Tu amigo, Manuel.
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