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sábado, 7 de abril de 2012

CRÍTICA LITERARIA



CRÍTICA LITERARIA SOBRE UNOS ENSAYOS ANÓNIMOS
ABRIL DE 2012.
M.MARTÍNEZ ACUÑA




__No se piense, sin embargo, que el autor o autora, no existe.__




                                          
         Este mundo contemporáneo, jadeante aún de tanta innovación y, al ojo de nuevas tentaciones que abren la disyuntiva de volver o no a lo pasado,  no le impide a “X” ir con sus ensayos -de solapada soledad- en defensa de un amor indócil, desconcertado y perplejo, sin acertar a enterarse siquiera del secreto de su verdadera esencia.
        Así me iré refiriendo (dentro de la forma y significado de sus palabras) solo al espíritu general que anima a estos ensayos, prescindiendo desde luego, de los reparos  lingüísticos que pudieran llegar a ser pertinentes, por no entrar en la intención de estos apuntes.
          Pues bien; “X”, sin buscarruidos de letras ni sonrisas de tolerancia, habla de cosas frescas y lúcidas, conservando siempre el tono ardiente y el encanto auroral que pide la poesía; no por lo que otros dijeron, sino de lo impuesto por sus propias emociones e ideas:
“Tiemblo al simple hecho de crearte todas las madrugadas bajo la estadía del viento en mi ventana”.
        Las palabras que parten de cada uno de sus párrafos, comunican la lejana perspectiva de un soplo breve de vaga ironía, de una sonrisa acogedora y súbita en su visión de lo que acontece afuera y al hombre. Porque así posiblemente se acostumbra ahora entre la duda y la sospecha; o, porque el lugar de las cosas pareciera ser más plástico o surrealista que meditativo. Veamos:
Pero el cielo se parte en dos convirtiendo sus fugaces algodones de ensueño, en una torrentosa cascada llena de telaraña y chorros de vino perdidos a la deriva”.
                                                                                                                            
        Los estados de ánimo (a menudo andariegos en la adolescencia), parecieran cobrar ante su mirada incontinente, todo un mundo de voluptuosidad feliz, ingenua y escamada. Acaso producto de un impulso sensual de viva y regodeada pasión que, con figuras de hipálages literarias bien facturadas, enciende las playas de su imaginación. Y, que en la búsqueda de otras formas y otras esencias; o, bajo el imperio de unas fuerzas escapadas de la jaula del espíritu, culmina con este desfogue:
“Los anocheceres en tu vientre son los que más amo. Son los momentos plateados y titilantes donde tus manos arden y tus rodillas dejan de estirarse tensionadas por el humor. Donde sin pudor puedo masajear tu vientre, moldearlo para hacerte reír, chocar tus dientes, resbalarme contigo por la lengua de la noche.”
            Pero, cuando el viento que sopla del país del recelo y el miedo,  encrespa su estado afectivo y, lo siembra de espumas fugaces  y de motivos fútiles y vanos, mira entonces demasiado hacia su mundo interior, sin más peldaño que el desliz del loco placer quetiende a desalojar la realidad, de sus eternas verdades. Y, entonces exclama, como en un suspiro de resignación y alivio:     
“¿Quien se libera del infortunio del amor/
de las pastillas amarillas para la cabeza
del control Sony para ver el mundo
desde una caja?/
¿Quien se libera de la sangre
gastada entre el sudor y el dolor de un nacimiento/
quien se pierde de los recuerdos
desgarrantes de una infancia insatisfecha?/
¿Donde está nuestro descanso
de estas calles/
de este sufrimiento que se siente
hasta la hierba llorar de quebranto?/
¡Juventud, perdidos estamos a la par del humo blanco y el ron barato
entumecidos hasta los huesos en una eterna estupidez!/
¿Nadie se salva del π incuestionable/
de las mordidas de lengua cuando queremos escupir/
de los padrenuestros mudos/        
de las letras puestas porque si?/                                          
Gritar hasta romper las costillas                                        
desgarrar la boca, y después, silencio.”
        Por lo demás; o salvo el eco aislado y fugaz de crecidas palabras e imágenes festeadas por el amor, es bueno decir -como remate de estas ligeras notas-, que a todo lo largo de los cinco o seis ensayos estudiados, no  resuenan sino quejumbres y tibios disfrutes, que bien pudieran haberse hecho un lugar merecido en las altas cimas de la exultación, si en su escrutinio espiritual, no hubiesen cabido, o al menos tener parte, las estimaciones de la sexualidad, como única interpretación del mundo de los sentidos.
            Así y todo; y, por sobre todas estas licencias literarias, se ve al o a la ensayista, esbozar figuras de invalorable fuerza; y, detrás de ellas, en arriesgada lid, diseñar y poner el pensamiento poético en íntimo contacto con la naturaleza, el hombre y sus pasiones. De donde se intuye la trascendencia del trabajo.     


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