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viernes, 18 de enero de 2013

DEL IDIOMA QUE HABLAMOS (LIBRO PRÓXIMO A PUBLICARSE



DE LA LENGUA QUE HABLAMOS
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         La inercia conque se mira en esta hora la enseñanza de nuestra lengua en Suramérica --medio providencial de comunicación--, no sólo suscita y estimula el fenómeno de la confusión, sino que nos priva además de las ventajas de un lenguaje común, que pueda servir desde luego para entendernos los propios y vecinos, sobre lo que se habla y se escribe, sin caer en ese precedente histórico que condujo al episodio de Babel. Cabe decir, donde el bonaerense no entenderá al caraqueño, ni el chileno al mejicano
         Por tanto, no se crea exagerada ni se descuide esta observación (que de hecho no es nueva), puesto que viene del linaje de Bello, a quien es inevitable citar a cada paso, al momento de hablar de la dignidad del lenguaje, o al hacer profesión de las letras.
         Ahora bien; éste y otros temas de incuestionable importancia, tales como: hable bien y triunfe, la defensa del lenguaje, influencia del inglés en el castellano hablado en Hispanoamérica, o, cómo hablar bien en público, etc.; incluso el Código de Ética del periodista venezolano, y, otros apéndices más --a manera de complemento de esta GUÍA--, han sido redactados y ordenados por el periodista,  gramático, conferenciante, y de emparentada estirpe literaria, Eddie González Hernández, un autoeducado de refinado estilo; acucioso y solícito defensor del idioma, de su limpieza, uniformidad y decoro.
         El hecho es que el libro, expuesto con suficiente claridad, y explicado tantas veces y de tantos modos en esta su tercera edición corregida y aumentada, sólo pretende poner al alcance de la curiosidad espontánea del lector, el diseño o los pasos a seguir en el aprendizaje acabado y metódico de la lengua.
         Con sagacidad laboriosa, Eddie González, como buen tesorero de la palabra, custodia, facilita y distribuye todo lo que es útil a la higiene intelectual, y, conduce tanto al mejor dominio del lenguaje, como al conocimiento de su lógica. Quiero decir, capacita al interesado a cómo seguir los moldes propios de la gramática, y, a no caer en la falta de términos precisos, en función de la buena expresión de la comunicación.
         Sólo queda, pues, hacer el honor a los valores que prescribe el aprendizaje gramatical y su composición, que tan profusamente prodiga dicha GUÍA; y, adquirir con ellos --en la medida que debiera--, presteza y soltura en el manejo de un idioma tan bello como el nuestro; cuidándonos por supuesto de esa rutina apurada y torcida, consagrada a la incuria o a la mera práctica de la expresión y la palabra escrita, que desafortunadamente ya cuenta de por sí con arraigadas divagaciones lexicales, que deben ser revisadas y corregidas con escrupulosa atención, en razón de esa creencia cómplice de que el hablar puro es una majadería pasada de moda.
          A qué citar entonces otra cosa, que no sea acaso exhortar a sacar el mayor provecho de esta lectura sobre el lenguaje, y a corregir a tiempo y con fruto, los barbarismos que lo afean.
        
                                               Manuel Martínez Acuña

Maracaibo 17 de enero de 2013

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