SOFLAMAS DEL ODIO
Manuel Martínez Acuña
Como
fantasma que hace cómplice la oscuridad de la noche para sus divagaciones; y, que, agazapado a manera de felino, busca
acercarse a su víctima, así el odio sostiene en sus manos los toques brutales
de esa violencia. Su mezcla de la que está formado, da con el fango de la
diatriba más deshumanizada de la vida, que sólo ve delante de sí la propia
sombra de su resentimiento, tras el supremacismo de la envidia.
Pensar
que exista gente que cree que es mejor
que otra, sólo por razones de ADN, color de piel, religión o de cartera, no es
nada ignorado. Pues siempre han existido elitistas, intolerantes y soberbios
que, prevalidos de su fanatismo, han encontrado hoy las condiciones adecuadas
para unirse y practicar su peligrosa amenaza.
La
historia del mundo está plagada de conductas individuales y de comportamientos
sociales negativos, sin ver delante de sí su propia sombra. Bien por el dominio
religioso y el control de la riqueza, o bien por el clasismo económico que
ahora resulta patente dentro de la globalización extendida a los mercados y
empresas a nivel mundial.
En
el psicoanálisis, Sigmund Freud define el
odio como un estado del yo que desea destruir la fuente de su infelicidad.
Muchos psicólogos consideran que el odio, es más una actitud o disposición, que
un estado emocional.
René
Descartes por su parte, ha visto el odio como la conciencia de que algo está
mal, combinada con un deseo de retirarse de él. Ambos, Freud y Descartes,
consideran al odio como lo opuesto al amor.
Por
tanto, el odio es el lucro de una intensa sensación de contrariedad. Se puede
presentar en diferentes formas y contextos; desde la aversión obsesiva a los
animales, al odio de otras personas, grupos, etc. Aunque al parecer, el odio no
siempre se asocia con sentimientos de enojo.
Después
de todo, nada es más adecuado que reflexionar lo más acertadamente posible
sobre un problema tan complejo como este del odio, pues el rencor y el odio son
dos sentimientos que se arraigan muy hondo, terminando por pasarnos la cuenta y
volviéndose contra nosotros.
Además
de esto, ir por la vida cargado de odio y de rencor, es como tener que llevar
siempre un pesado fardo a nuestra espalda que, desde luego, no nos dejará ser
del todo felices.
26/08/2017
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