EL BIOMBO DE SEDA
(HIROSHIMA)
La suerte fue echada segura de una cosa:
causaria dolor, ruido de infierno,
cadena de caídos, lava, tropel.
Pero, lejos del augusto ornamento
de los que se ocupan de ello,
de los que imperan y avasallan.
Eran una niña, un pintor, un poeta;
o, todo aquello que semeja la vida.
Luego, la comedia del Dante,
cicatriz olímpica de cuánto sigue
a la barbarie, al hongo asesino,
al little gay de Truman,
semidiós bajo y menudo.
Pero hay otros tantos,
aullando al viento, igual;
de miradas hendidas y atavismos
de lobo, que disputan
lo que con su orín ocupan,
alimentan y engendran.
¿Cómo no dudar de un mundo entonces
que, ante la retama ardiendo
al borde del abismo, cohonesta,
se solaza como una araña dócil
tras su biombo de seda;
sin que el aire se torne ya impetuoso?
¡Vaya luz que se avizora!
Manuel Martínez Acuña
Mcbo. 7 – 10 - 10
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