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domingo, 26 de junio de 2011

A la vuelta del Tiempo - Manuel Martinez Acuña - Parte 13

D
Poeta Martín Añez Recitando un poema suyo
e suerte pues que, sin más ni menos, el grupo fue creciendo con la incorporación de Leggio Joaquines, Fernando Bermúdez Arias, Ángel Vela y Rafael Arauja Valencia, entre otros. De modo que resolvimos, para mayor comodidad, hacer los jueves literarios en un restaurante de la localidad;
para lo cual hablamos con los dueños de La Estrella, Manuel, y el de El Mandarín, Alfonso, a objeto de tener disponible un salón amplio y una mesa de trabajo apropiados, donde alternar las reuniones, y, poder abrir los portafolios llenos de papeles a medio escribir, y de odas, elegías, baladas, trovas o sonetos, aprisionados en lo ideal latente. Unos en la concepción surrealista de libre lenguaje, y, otros en el estrecho y clásico cuerpo de unos endecasílabos petrarcanos. 
         La norma era leer cada vez, como introducción a la tertulia, un tema literario de libre escogencia, y, ser sometido -concluida su exposición-, a un análisis crítico basado en nuestra visión universal de conjunto y el gran mundo de la poesía, ceñida desde luego a la historia, pero sin caer en el purismo categorial, ni en el postmodernismo de finales del siglo xx; entendiendo las cosas del arte -a las que aspirábamos acercarnos-, tan solo como una comunidad de aprendizaje.

        Si bien todo marchaba viento en popa hacia la abstracción y precisión de nuestros objetivos, desde el mejoramiento de la inversión semántica hasta el estudio de la profundidad estética. Y, cuando más cerca estábamos de alcanzar la plena expansión y calidad literaria del grupo, surgió de buenas a primeras, y, sin poder explicar porqué, aquella irrefrenable paradoja, vertiendo sobre el fulgor de mediodía de su trayectoria, la borrasca de la época.   
        Cómo entender entonces que, siendo el arte poético la expresión más alta de la belleza, tenga que pasar por este ciclo concluso, disminuido, que por alguna adversidad del destino se repite siempre idéntico, como ha sucedido con los grupos literarios Apocalipsis (1955 –1958); en el que se encontraron entre otros, Cesar David Rincón, Hesnor Rivera, Ignacio de la Cruz, Atilio Storey Richardson, Laurencio Sánchez Palomares, Miyó Vestrini, Régulo Villegas y Néstor Leal.
        El grupo literario Los mechudos
DE IZQ. A DERECHA  RAFAEL ARAUJO V., ROBERTO JIMÉNEZ M., MANUEL MARTÍNEZ A., VELIA VOSH Y GABRIEL BRACHO.

(1898-1904) y el grupo Ariel (1901-1904), en el que fueron  figuras Emiliano Hernández, Elías Sánchez Rubio, Jesús Semprúm, Rogelio Illarramendy, José Antonio Butrón Olivares, Gustavo Adolfo Cohen y Benito Alberto D´Erizans.  
         El grupo Seremos (1925-1928) fundado por Valmore Rodríguez junto con Jesús Enrique Lossada y Manuel Noriega Trigo.
        Y, en los últimos tiempos, El Círculo Literario Juvenil de la Asociación de Escritores del Zulia, de cuyos entes tuve el honor de ser tutor y presidente, antes de  producirse años después su lamentable fin.
SESIÓN DIRECTIVA  A.E.Z. DERECHA A IZQ. EDIE GONZÁLEZ, IVÁN DARÍO PARRA,  GiOVANNI  PETRELLA, MANUEL MARTÍNEZ ACUÑA,  BEATRIZ SOCORRO Y S/N.
         Todo hace pensar pues, que, la historia del arte en su conjunto, pareciera hacinarse en su propio pasado. Pareciera recluirse dentro de los límites de cierta adaptación sumisa o de renuncia, ante la razón fundamental de sus principios y virtudes universales.  Es decir, ante su sinfonía de colores. Ante su inmensa corriente oceánica de armonía y belleza.

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