MIS COMENTARIOS SOBRE DARWIN Y EL
GÉNESIS, DEL DR. ARIEL ÁLVAREZ VALDÉS.
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El
Génesis no puede ser interpretado como lo quiere hacer ver el Pbro. Álvarez
Valdés, a través de una bien urdida retórica o cambio de preguntas y respuestas
(al igual que un diálogo platónico más), sin otra finalidad que la de querer
hacer evidente la presencia de un dogma, de una esencia apenas sustentada por
una parábola; por un imaginario, pintoresco e infantil relato, atribuido a un
anónimo catequista hebreo, a quien los estudiosos comprometidos de la época
llegaron a llamar yahvista, además de escritor sagrado.
Como
se sabe, el Génesis no propone nada, ni rivaliza, ni asume errores: afirma
simplemente que “Yahvé Dios amasó al hombre con polvo del suelo y sopló sobre
sus narices aliento de vida.” Es la pintura testimonial y palpable fundida en
la imagen de un alfarero; moldeada en el propósito sereno y excluyente de la
creación directa de Dios, de la supervivencia del alma, y de su inmortalidad.
Mal
podría entonces el filósofo Álvarez Valdés, tener la certidumbre de no ser
víctima del engaño de una bella ilusión, ni de no haberla transmitido
inocentemente a sus lectores, sin una segunda intención de socavar los principios
de la teoría de la evolución.
Manuel Martínez Acuña
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