A p u n t e s
“Trópicos”
Manuel Martínez Acuña
De sitio
en sitio, radiante en su perfume silvestre y “perfil de dios inencontrable”,
Camilo Balza Donatti, después de haber mirado largo rato el cielo, y, de ver
correr el tiempo vagamente, como un derrumbamiento de la realidad cotidiana de
los primeros días; o acaso como una encantadora y sombría inquietud sobre lo
desconocido, nos trae en su más reciente poemario “Trópicos” –ya en
circulación-, el sol que madura sus montañas, sus golfos azules, y las
barrancas donde corre el viento y se hunden sus recuerdos, dentro y fuera de
los repliegues imponderables de la vida.
“Trópicos”
es un bello libro de la colección Madréporas auspiciada por la Secretaría de
Cultura del Estado Zulia, y publicado en Maracaibo en octubre de 1998. Consta
de 110 páginas en dieciseisavo. Editado y coordinado por Carlos Valbuena y
Gladys Aquebeque, respectivamente. Diseño y diagramación: Asociación Cultural
del Caribe. Fotografía de Edwin Cepeda y portada de Edgar Queipo. En él, Balza
Donatti, intenta oponer la ilusión poética de lo bello, de lo cósmico a lo
melancólico, irreal o lúgubre; y según su propio prisma, pasa de la alegría a
la tristeza, de lo objetivo a lo absurdo, semejantes o como son, al describir
una mujer, un paisaje, una rosa, un río, de los cuales pretende desentrañar el
ser íntimo y desconocido, como quitándole imperfecciones a la realidad.
“Los poemas
de “Tópicos”, (dice en la contratapa), buscan con el afán de la palabra,
descubrir ese más allá a través de las formas, el paisaje, las atmósferas, los
seres... humanos y no humanos... Se
trata de una indagación en lo atávico y lo arcádico, para concluir en el
sueño”. Es así como la poesía de Camilo
gana en color y en vida y aprehende del mundo exterior, aquellos personajes que
le son familiares, que le hablan tras los ojos y unos labios transfigurados en
rocas, puertos, alas y fantasmas; estaciones y cipreses. Demudados en fin, en
minerales hondos y en cristales rotos, sólo para medir la región de los astros,
contar medusas y perder la memoria. Un himno a la biografía del alma como no lo
perfila otro poeta, que no haya sentido a plenitud, como Balza, el tráfago de
la supervivencia y las miradas oblicuas de que habla el libro segundo de
Ovidio, sobre la séptima metamorfosis.
Son versos
libres, al viento. Sensitivos, cultos y bellos. Sin sujeción a rimas esta vez,
ni absoluta regularidad métrica, como si lo son los que por ejemplo figuran
rozagantes en el Repertorio Poético de Luis Edgardo Ramírez con los títulos de
“Glosa de Auramarina”, “Décima para una muchacha de Altagracia”, “Junto al Mar”
y “Tu, Mariposa de Celeste Armiño”. Y,
como ya lo dijimos una vez, prosa o verso, narración o cualquiera otra creación
literaria, es siempre el reflejo duradero de su naturaleza íntima, de sus
pensamientos, de su voluntad y de sus vacilaciones.
Camilo
Balza Donatti nació en Mapire, Estado Anzoategui, el 7 de enero de 1927.
Docente desde 1947 y abogado (Luz 1968). Escritor e investigador de la
literatura venezolana. 1er. Premio de Cuentos, Fac. Hum. y Educ. Luz (1971).
Premio Regional de Literatura Jesús Enrique Lossada, Gobernación del Estado Zulia
(Mención Cuento 1993). Mención de Honor Premio Udón Pérez, Asamblea Legislativa
del Edo. Zulia (1977). Ha publicado: “Tierra del Corazón” (1950); “Canto al
Lago de Maracaibo” (1950). “Aspectos Venezolanos” y “Reino de Soledad” (1955);
“Los Días Abandonados” (1965); “Literatura Universal”, “Literatura
Hispanoamericana” y “La Literatura Hispanoamericana Vista por Varios Autores”
(1967); “Cuento” (1972); “Las Vertientes” y “Zumba que Zumba”(1973); “Sonetos
del Campo y del Amor” (1975); “El Tránsito Atormentado de Elías Sánchez Rubio”
(1976); “Los Estuario Vacíos” (1983) y, “Las Catedrales Azules” (1993).
Acaso no
sería exagerado decir, resumiendo, que al psicólogo más puro no le sería tan
frecuente ni fácil llegar a posesionarse de todos los personajes intermediarios
entre la vida exterior y la propia, en cada una de sus diferentes situaciones,
como lo concibe y gana en interés la imaginación poética de Camilo Balza
Donatti.
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