CONJETURAS SOBRE LA IGNORANCIA
MANUEL MARTÍNEZ
ACUÑA
Según las reglas de
la experiencia, nunca se podrá dar por cierto algo, sino condicionalmente, pues
todo aquello que se expone tras el juego dialéctico de las ideas –como por
ejemplo la clasificación de personas en cultas e ignorantes-, tiene su propia estructura de
impresiones, no obstante poseer la propiedad particular de poderse observar a
simple vista. De lo que se puede dar a conocer, que, el primer paso de la ignorancia es el de
presumir.
De ahí que, ante el uso especulativo de la
razón, el ignorante suele hablar atrevida y vanidosamente de todas las cosas
como si las supiese. Comienza por no darse cuenta de quién es o no es una
persona culta, ni que alguien como él mismo pudiera ser ignorante. Vale decir pues
que, la ignorancia, es como el cuerno en una pareja; tras lo cual muchos lo notan,
menos el corneado.
De suerte que, cuando
se habla de ignorancia, es bueno generalizar a tales efectos, por cuanto todos entramos
en ella, en mayor o menor grado. No en vano Sócrates, cuando sus discípulos le
preguntaban por qué sabia de todo, él les respondía: “Yo sólo sé que no sé
nada”. O, posiblemente Einstein, el que primero detectó la cuarta onda
gravitacional, suponiendo su ignorancia en algo como el futbol.
En ese orden de
cosas, Inmanuel Kant, en su “Ideal de sabio, razón, ignorancia y felicidad” aclara,
que, es más feliz el hombre sencillo, que aquel que planifica y
racionaliza algo como la vida, que a la final es implanificable.
Frente a este concepto -que disocia todo lo anterior, más el fundamentado
derecho de tener complacencia y alegría de algo-, se erigen autores como
Platón, Aristóteles y Spinoza; quienes en común, no solo colocan esta pauta
como una herramienta especulativa, sino también como un instrumento que permite
al hombre adaptarse al entorno social, ser feliz, y, vivir su vida;
sustrayéndose de la melancolía y ansias de conocimiento, a lo que está expuesto
el sabio.
En suma; o señalando fines a las cosas provistas en la voluntad
humana, terminemos diciendo con schopenjawuer: “Cuanto más vulgar e ignorante
es el hombre, menos enigmático le parecerá el mundo”.
03/10/2017
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