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viernes, 27 de octubre de 2017

INFERENCIAS SOBRE LA ARROGANCIA



Inferencias sobre la arrogancia
MANUEL MARTÍNEZ ACUÑA
Suponiendo que todo cuanto sucede en el mundo no es sino el resultado de las leyes de la naturaleza, acaso no sea tan extraviado entonces (a pesar de parecer demasiado grande este concepto para aplicarlo al síndrome de la arrogancia), recurrir al repertorio de las sutilezas dialécticas; como las de aquella simple figura de que, cuando una bola no entra en un agujero, es porque la bola es demasiado grande o porque el agujero es demasiado pequeño. De ahí que, a partir de esta dispersión, nos veamos en la necesidad de limitarnos a enfocar sólo lo que cabe hallar como argumento aplicable al tema.
Dicho esto, comencemos aquí por ir desdoblando ciertos criterios filosóficos que de alguna manera u otra definen a la arrogancia como un excesivo orgullo desprovisto de sentido, que lleva a la persona –tras una imagen distorsionada-, a ejercer y a exigir más privilegios que aquellos a los que en realidad puede acceder o merecer. Suele decirse al respecto, que, cuando alguien se siente conforme con su propia vida, no necesita hacer alarde de sus logros ni de sus virtudes
Otro tanto han dicho los entendidos de que este defecto de personalidad pudiera provenir de un exagerado sentimiento de superioridad, apremiado por la necesidad de disimular su concurrencia bajo las características del consabido complejo de inferioridad. O, sea, ante la falta de protección y apoyo familiar.
En este orden de cosas, la arrogancia no sólo deteriora el perfil de quien la ostenta o exhibe, sino que puede llegar a herir también la susceptibilidad de quien la recibe, mediante la evocación negativa de sus enunciados. En la teoría de la neurosis de Karen Horney, la arrogancia es el producto de la compensación que ocurre en el ego por tener una autoimagen abultada.
Una vez llegado al punto de esta breve monografía, cabe subrayar que, la diferencia que hay entre la arrogancia y la autoestima, se basa, en que la autoestima no supone un defecto, ni tiene una relación negativa. Por el contrario, resulta saludable y útil para la persona. A ese respecto dice Jack Welch, que, existe una delgada línea entre la arrogancia y la confianza en uno mismo, que hace a esta última un caballo ganador.
Y, como lo insta la razón del fenómeno expuesto, terminemos con lo que apunta Eduardo Galeano cuando dice, que, los conceptos de orgullo, soberbia y vanidad van de la mano; y, que por eso, muchas personas, en un momento de su vida, se han dejado llevar por este fantasma emocional. En suma y compendio de este predicamento, la arrogancia es la cualidad discreta de quien se cree superior a los demás.
A lo que haciendo abstracción Cervantes de todo lo establecido, agrega: La sabiduría puede convertirse en arrogancia, si no reconoce sus propios límites.

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