Mi querido Julio César; tu manera de tratar la influencia del pasado,
la cita, el ritornello sobre el sentido de las cosas fenecidas, para que rijan
de nuevo, hace más intensa y clara tu obra de relator de la memoria histórica
de Los Puertos de Altagracia.
Leí tus décimas, matizadas e impregnadas de antigüedad, de las que te
has servido de una forma muy original, para ilustrar todo lo que induce a revivir
lo que fue una etapa de cuando se escuchaba hablar de los vaporcitos de Los
Puertos, de sus decoraciones, y, de su tránsito contrarreloj por el lago de
Maracaibo.
Ver cómo vas nombrando uno a uno, con sus nombres y apellidos, a esos
vaporcitos, a excepción del vaporcito Príncipe de los hermanos Cepeda, Rogelio
y José Enrique, que no entró en la lista, si no me equivoco, es algo no solo
admirable, sino que llega a explicar lo que puede hacer la voluntad, cuando
ésta se organiza en función de un bien común.
Y, unas palabras postreras: Hasta en el último rincón de tus décimas, se
escucha los latidos de tu preocupación, como cronista de Los Puertos.
Felicitaciones, y gracias por la dedicatoria. Un fuerte abrazo.
PD.: Obsérvese la relación de nombres que hay entre el vaporcito
Príncipe, propiedad de Rogelio y el del cine Princesa, propiedad de José
Enrique.
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