Junto a ti... Por: Carlos Martínez Leal
Narración: David Jasso
Juicio crítico de
un relato corto
de Carlos Luis Martínez
Publicado en una página Web de la
que es miembro colaborador el autor, escuché un relato muy interesante bajo el
título “Junto a ti” que, a mi manera de ver, exterioriza una magia existencial que,
como contrapunto de una realidad que se niega así misma porque enajena y
produce aflicciones espirituales, busca entonces su música o, el intento de no
apartar la vista y la atención de unos modelos desleídos, de unas sombras
muertas en lugar de cosas animadas, o imágenes de imágenes que concluyen mirando
la figura sensible del miedo y sus aspas de molino sonámbulo, como se hacía en la
Edad Media con los cuadros sagrados cuyos
colores se raspaban y consumían en el vino de la cena, para superar la angustia
del ánimo.
Al modificar la visión del mundo
circundante, Carlos Luis Martínez desvanece a ratos, en su cuento, las hoscas
tinieblas de la noche en el pomo lustroso de una puerta, en dos félidos ojos
irritados y fríos, en la voz de un padre en vela, entre los pasos siempre
furtivos de la duda y la aprensión, o, en la hoja teñida de un puñal. En fin,
las cosas de las que habla Carlos Martínez en la voz y modo tan experimentados
como la que se escucha del Web Master en el ordenador, parecieran tender a
reconciliarse por un lado con el mundo de la luz y la sombra, y, por el otro,
con ánimo paradójico, hacer que todo el suspenso suscitado en la escena, termine
(como corolario de una noche desapacible), en ecléctica tolerancia con el miedo.
En lo general, su sintaxis es pura,
y coherente su locución. Además, gusta de sembrar aquí y allá expresiones vacilantes,
movimientos del ánimo, emociones complejas e inconclusas, que consiguen hacer
tenebroso y anochecido el momento a fuerza de imponer a los sentidos figuras fantasmales
que pretenden engañar a la propia curiosidad del diablo, y a fe que lo
consigue. Sin que por supuesto nada deje de contrastar con las oscuras muecas
de la sensualidad, del escepticismo y el desconsuelo. Y, bueno de notar es el
hecho, de que casi todo el cuento fue contado en segunda persona del singular,
que expone a muchos y frecuentes deslices gramaticales a cualquier escritor. Aparte
del más ingenuo y jovial esplendor con que irreverencia los ribetes metafísicos,
que ponen de manifiesto una significativa influencia del gran escritor
bostoniano Edgar Alan Poe.
Felicitaciones,
Carlos Luis.
Manuel
Martínez Acuña
Maracaibo 2 de marzo, de 2007
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