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miércoles, 14 de septiembre de 2011

A la vuelta del Tiempo - Manuel Martinez Acuña - Parte 19


A
lgo que nunca me reprocho, son esas pequeñas cosas aplicadas a los hechos del espíritu, acaso modestas, vinculadas con mi pasión por el campo, los árboles y los animales, que de alguna manera u otra me han ayudado a coexistir. Pues la vida es tan corta que no da para más.
            Así por ejemplo; seguro de haber hecho lo más posible, sin haber pasado por lo menos posible, y, como un adolescente tardío, hoy me vienen a la memoria, esas tardes que con Olga y los muchachos pasábamos en El Alto (un hato de cabras de “paico”, mi suegro), hablando de proyectos, de planes; que en aquel momento parecían irrealizables, pero que años más tarde el empeño, la perseverancia y un alto motivo, los hizo posible en el bajo Machango, más arriba detallados entre avances y contratiempos.
            Eran los años de 1955 al 60, cuando con inusitado entusiasmo -cada sábado, después de las 11:30 A.M.-, dejábamos atrás la oficina, el colegio de los muchachos, el campo petrolero “Mira monte” de Tía Juana, donde vivíamos, para tomar el camino de tierra del hato de “paico” en busca de nuevas impresiones, e ir al encuentro con la naturaleza. Ver el nacimiento de una nueva vida en un corral de cabras, a la intemperie. Escuchar de cerca el lenguaje de los pájaros. Oír el balido de las cabras. Percibir el ulular del viento; la ronda de sus canciones acariciando el follaje fragante, que a su paso se impregna de aliento y de tranquilidad silvestre.
            Es decir; era para nosotros como el borde de un camino en que dos mundos completamente diferentes se cortan, formando un bisel de paz y sosiego. Tanto, que hasta llegué a comprar un jeep con un cajón atrás, donde llevar la carga, dado que resultaba mucho más práctico viajar en él, que en el auto, en un camino tan arenoso e irregular como aquel.
            La cabra es un animal rústico que se adapta perfectamente tanto en estabulación, como en pastoreo o a la vida en montaña, que en Venezuela es lo más común.  Es de pelo corto. El tipo gamuzado es el más corriente.
            Una de sus características principales es sin duda, la rusticidad y resistencia ante las condiciones adversas, como son las que generalmente se dan siempre en los terrenos desérticos y muy quebrados. Proviene de razas españolas como la murciana, granadina y malagueña, traída a la América durante el tiempo de la colonia,
            La leche de la cabra es muy apetecida por su alto nivel proteínico y calórico. Posee ventajas como la de ser baja en lactosa, lo cual disminuye la intolerancia y la hace más digestible. Por su alto contenido de albúminas, es usada en lactantes para mejorar su estado inmunológico; en especial en personas con alergias de toda clase como la rinitis.
            Por su composición, la hace la más parecida a la leche materna. Mas, no debe ingerirse antes de ser hervida o de estar pasteurizada.
            La cabra es un animal rumiante. Su comida está basada en leguminosas que pueden ser arbustivas o enredaderas. Son muy selectivas en el tipo de comida que consumen, y, en la higiene de su alimentación.
            Temblando todavía, recuerdo uno de esos graves momentos por los que uno atraviesa a veces en la vida, bajo una amenaza inminente de muerte.
            Quiero referirme a lo que me sucedió en una alegre mañana de domingo, de grato olor campestre, y de dispersos ramoneos de cabra, vuelo de pájaros, canto del turpial, y silbos de viento y fronda. Hablo de uno de esos deliciosos fines de semana que de ordinario disfrutábamos en El Alto de “paico”, lejos del monóxido de carbono de autos y de fábricas que, a lo largo y ancho del sureste petrolero de la costa oriental del lago, enferma cielos y tierra.
            Después de haber desayunado con tortilla de huevos, leche y cuajada de cabra, y unas arepas peladas hechas por la vieja Fermina, salimos de la casa caminando con dirección al conuco destinado al cultivo de frutos menores, Olga, Adrián, Armando y Carlos –que del total de cinco hijos, eran los tres nacidos hasta ese momento, de diez, nueve y cinco años, respectivamente-, y, yo, con una cesta en las manos, con la que me proponía recolectar cajuiles, mamones, y maníes, que allí se daban por temporada.
   
CAJUIL O MEREY
            Cuando apenas llegamos a la huerta, sentí ciertos retortijones de barriga que me obligaron a retirarme de la vista del grupo, y buscar cobijo debajo de una mata de cajuil. De suerte que, cumplida ya la misión (aunque todavía mirando hacia arriba, en cuclillas, y, aún con hojas presuntamente “asépticas” de escobilla en las manos), me puse a buscar a tientas el sombrero que había dejado a mi izquierda, en el suelo, sin lograrlo al momento.
            Pues bien; se me enfrió la sangre en las venas cuando, forzado a bajar la vista, vi a un escaso metro de distancia, observándome, una enorme serpiente de cascabel, con la cabeza colocada encima de su masa corporal, formando un resorte, una tétrica escalera espiral.
            Aún me veo debajo de aquella mata de merey tratando de agarrar el sombrero, sin hacer ningún movimiento brusco que pudiera hacer mover el mecanismo de defensa del animal. Todavía me oigo pidiendo al mayor de los muchachos, Adrián, que corriera a llamar a Juan, el encargado del hato. O el horror que sentía al pensar lo que hubiera podido ocurrir, si esa culebra de cascabel me hubiese alcanzado con sus colmillos en el cuello, o en la cara, sin que nadie, excepto yo, supiera conducir en aquel monte, e ir en busca de auxilio.
SERPIENTE DE CASCABEL
            Sin embargo; casi me avergüenza confesar ahora que, fue el horror y el pánico que sentí en aquel momento, el que me indujo a la impiedad de permitir la cacería y muerte de aquel hermoso animal de trece maracas, que tan sólo transitaba su derecho a la vida
            Finalmente; y, bajo una sensación similar a la del escindido de algo que tuvo antes como su pequeño paraíso espiritual, debo decir con mucha tristeza que, de El Alto de “paico” no quedó nada. Ni siquiera un par de monedas que contar, de lo que se dio por llamar indemnización entonces, después de haber transcurrido más de treinta años de la expropiación; además del fallecimiento de su legítimo dueño, Federico Nava Sandrea, “paico”.
            Ya no es posible escuchar allí de cerca el lenguaje de los pájaros, el balido de las cabras, el ulular del viento entre el follaje fragante, que a su paso se impregnaba de aliento y de tranquilidad silvestres. Ahora sólo se oye el ruido de la máquina; se aspira el humo de la fábrica, y, se percibe el patético ulular de las sirenas, que el desarrollo facilitado por la tecnología y el dominio económico, impone siempre.
            Por tanto mi decepción y, hasta mi aspereza contrapuestos a la rutina aplicable a los hechos del espíritu, han querido rescatar esta historia hacinada entre mis papeles, la cual me permito trascribir de su encartado original, a continuación, ya que de alguna manera puede conducir, cuando menos, a hacer reminiscencias de algo que no se ha conocido a fondo; y que por sí solo puntualiza:


                                                                       Maracaibo 7 de septiembre, de 1998
Srs.
Petroquímica de Venezuela, S.A.,
Y demás directivos.
Caracas.
Atención: Ing. Arnold Valquenborn.
       Nosotras, las suscritas, condueñas y coherederas del fundo “El Alto” ubicado en el antes Municipio Altagracia, hoy parroquia San José del antes Distrito Miranda, hoy Municipio autónomo Miranda, del Estado Zulia, nos permitimos dirigirnos a usted (es), en la ocasión de establecer con esa empresa petroquímica una disposición negociadora, con respecto a la porción de terreno excluido de lo que en su mayor extensión fuera objeto de expropiación, según los decretos números 587 del 22 de julio de 1966; 1135 del 5 de junio de 1968 y 1579 del 27 de mayo de 1987, para la instalación y funcionamiento del Complejo Petroquímico “EL Tablazo”
      Dicha expropiación fue de 139 Has., 91 ª, de las 212 Has., 32ª, 40 M2, que comprende la superficie total del fundo “El Alto”, antes nombrado. Cuyo pago por concepto de indemnización fue cancelado por Pequiven ante la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, con arreglo a la decisión No. 293,  después de una larga espera de más de 30 años, Y, DE UNA RETENCIÓN IRREGULAR DE ESE PAGO (POR PARTE  DE DICHA  CORTE SUPREMA), DE MÁS DE UN AÑO CALENDARIO, ENTONCES A CARGO DE LA MAGISTRADA CECILIA SOSA GÓMEZ. SIN QUE LO CIRCUNSTANTE LLEVARA A UNA COMPENSACIÓN LEGAL, POR CONCEPTO DE MORA..
      Ahora bien; en consideración de que la diferencia no expropiada del predio, equivalente a 72 Has., 41 ª,  y 40 M2, se halla ocupada por Pequiven como áreas de seguridad y defensa, aspiramos conciliar o convenir con usted (es) un arreglo amistoso y, desde luego, en beneficio de ambas partes, por cuanto de esa forma se llegaría a regularizar cualquier usufructo indebido que pudiese estar realizándose en perjuicio de nuestro bien patrimonial; sin tener que recurrir a otras instancias ni tercerías distintas a la matriz petroquímica de ese complejo. Al mismo tiempo que proporcionaría a esa empresa la posibilidad futura de una expansión industrial más globalizada, o abierta a la inversión extranjera.
      En esa dirección, y a propósito de acercarnos aún más a un posible entendimiento con relación a dicha arreglo, consideramos útil y apropiado tomar como punto de referencia  aquí, las sendas operaciones de compra-venta que se han efectuado en torno al área citada, y que de alguna manera establecen el precio medio que, en justicia, debe tomarse en cuenta  como base de una transacción actualizada.
      Así, en ese sentido, más lo que ha sobrevenido con la progresiva acumulación de cambios económicos operados desde entonces contra el valor del bolívar, y la consiguiente inflación; y, por los documentos producidos en el Registro Principal de Los Puertos de Altagracia (Dtto. Miranda), y de una inspección judicial practicada en su género, se desprende que, la empresa Petroquímica de Venezuela S.A. (Pequiven), ha celebrado, efectuado y contratado ventas con terceros, de terrenos ubicados en las inmediaciones del Complejo Zulia “El Tablazo”, cuyos precios promedio por M2. han estado entre Bs. 300.00 y Bs. 1.000.00, en un período de 12 años, aproximadamente. Y que, además, han sido instaladas cercas y avisos dentro de nuestra propiedad. En consecuencia, y, apoyadas en los anteriores señalamientos estadísticos, el índice referencial de la época, fundamentos éticos y otras razones de hecho y de derecho, proponemos formalmente a su representada, Petroquímica de Venezuela S.A., la venta pura y simple de los derechos que nos asisten sobre el terreno aquí tratado, dentro de lo que como precio referencial promedia lo establecido por el plan rector de la zona, y otros criterios transaccionales. Y que por tanto consideramos justo establecer en Bs. 2.320.77 el M2.
      En los términos antes expuestos y, reiterando una vez más nuestra disposición y decisión de llegar a un feliz entendimiento con usted (es) que, en ley se adapte a los postulados de justicia, equidad y legalidad, dejamos presentada nuestra oferta de venta, esperando que la misma reciba de ustedes el tratamiento de comprensión y receptividad que, nos lleve a legalizar la ocupación de unas tierras, que se supone son del interés de la industria petroquímica, para llevar a adelante operaciones predecibles de futuro.
      Muy respetuosamente, firman: Olga Nava de Martínez Acuña, Isabel Nava de León,  Lesbia Nava de Ferreira, Por: Leticia Nava de Thonson,  Noris Olivares Nava de Perozo, y Nancy Olivares Nava.      

Anexos:
                              _ Mapa del área total del fundo “El Alto”.
                              _ Documentos de ventas realizadas por Pequiven.
                              _ Documentos de ventas realizadas por la Alcaldía de Los Puertos.
                              _ Documentos de las 3 sentencias de la Corte Suprema de Justicia,
                                 sobre el fundo “El Alto”
                              _ Inspección ocular.
   
            Situaciones que una vez sabidas, puede que tengan la proporción de una receta útil a favor de la justicia, si las descubrimos a tiempo.

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