EL SÍNDROME DE LA SOBERBIA
MANUEL MARTÍNEZ ACUÑA
Pretender poner delante de sí, el anverso y el reverso de la función
meramente sensitiva del concepto que trata de la soberbia,
significaría no darse por enterado de que su forma y su fondo, aunque son
inseparables, no tienen por qué ser una misma cosa. Esto, si desde luego observamos
que la forma es el órgano y el fondo la función. De ahí que, “orgullo y soberbia sean dos conceptos semejantes, pero no
exactamente iguales. Mientras que en el primero
el individuo se valora a sí mismo en su justa medida, en el segundo hay una desproporción. Por lo
tanto, quien es soberbio no está orgulloso de sí mismo, sino que su autovaloración se fundamenta en el
menosprecio de los demás”.Vale decir, que son dos momentos
distintos de una misma cosa. Ahora; de uno u otro modo, el hombre y su ventana
social, será el tema necesario de este ensayo.
Por lo pronto, digamos con los estudiosos de este síndrome, que la soberbia se caracteriza por la sobrestimación que se le da al individualismo;
a la noción de triunfo social y económico; al egocentrismo; y, a otros muchos casos
que rebasan los altos niveles de soberbia en
unos cuántos individuos, como el síntoma de una baja autoestima, y, cuando los rasgos de autoalabanza de una persona se vuelven exagerados.
IDIRA
GANDHI aborda
el tema de esta manera sutil e ingeniosa: “Un día mi abuelo me dijo que hay dos
tipos de personas, las que trabajan, y, las que sólo buscan el mérito. Me dijo que tratara de estar en
el primer grupo, porque hay menos
competencia ahí.”
De por sí, la soberbia no muestra la cara. Siempre está al
acecho observando a escondidas y con cuidado para no ser descubierta…Finge
cualidades, ideas o sentimientos contrarios a los que verdaderamente tiene. La
soberbia es pura apariencia. San Agustín dice de ella: “La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que
está hinchado parece grande, pero no está sano”. Y, más allá de tantos otros
razonamientos, el filósofo Bertrand Russell aseguraba que, cuando el elemento necesario de humildad
no está presente en una persona poderosa,
esta se encamina hacia un cierto tipo de locura, llamada “la embriaguez del poder”.
De ahí que, como
queda dicho, si la soberbia se ofrece como
resultado del
individualismo, es por lo que llega a considerarse una actitud de constante autoadmiración, que hace que la persona
en cuestión deje de considerar los derechos y necesidades de aquellos que la
rodean, al creerlos inferiores o, menos importantes.
Y, finalmente; la
soberbia no es otra cosa que la tendencia de una persona a obrar según su
propia voluntad y capricho, cualquiera que sea el nombre que quiera dársele,
como en efecto lo son la ira, la gula, la lujuria, la
pereza, la envidia, la avaricia y la vanidad.
24/11/2017
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