APUNTES SOBRE AGRICULTURA
Manuel Martínez Acuña
La
primera condición indispensable para poder llegar más cerca de un desarrollo
sostenido de la agricultura nacional -aparte de sentir el impulso y la emoción
de la tierra- es percatarse de la enorme responsabilidad de conocer de cerca lo
que esta explotación requiere en el marco de sus diferentes divisiones y
riesgos; comenzando desde la imposición del medio físico, la tenencia de la
tierra, su comercialización, la inseguridad personal, hasta la intervención del
estamento sociopolítico que, por razones de economía de estado, le es
vinculante. Por tanto, todo cuanto no se haga bien en función del
comportamiento de la economía agrícola y de sus factores de producción más
sobresalientes, será como una vela sin viento en el mastelero. O, como “una
alborada detenida, que no avanza hacia ningún mediodía”.
Fácil es
dar en la cuenta de esta realidad, si comparamos la situación de hoy con la de
los años treinta, siguiendo el coeficiente estadístico referido al rubro, en
ambos tiempos. Tal vez así podamos colocar el problema en su justa dimensión; de
donde se infiere que, es y debe ser materia de vivo interés colectivo,
convocar a la apertura de un desarrollo agrícola vigoroso y sustentable, que,
con toda premura, acelere el país nacional hacia su autoabastecimiento. De lo
contrario, el matorral seguirá invadiendo terreno y rancho del agricultor. O,
lo que quede de ambos, como dice Vila en su libro “Conceptos sobre Geografía
Histórica de Venezuela”. Y, llegar a la conclusión de que, el conuco solo, no
genera historia.
No se
trata, desde luego, de seguir respirando en esa atmósfera de legendarias
reformas agrarias, ni en otros tantos moldes derivados de inmedicables insanias
políticas; pues, es tarea más racional y seria.
Pretender por tanto, seguir
sustituyendo proyectos uno a uno, o con eso y aquello de si es o no el
tratamiento adecuado para corregir los males de que padece la agricultura vegetal
y animal, es como tratar de curar sólo los síntomas, y no la enfermedad. O, de
remediar acaso una mordedura de culebra con aspirina.
Sería como no haber empezado
en cien años a reconstituirla en una unidad de producción eficiente,
técnicamente lograda, y con una alta capacidad de rendimiento cultural. Todo
por supuesto, dentro de una real y saludable rentabilidad.
En esa dirección,
todos deberíamos en Venezuela estar comprometidos en la tarea de hacer frente
al tétrico fantasma del hambre que amenaza al mundo. De buscar cuántas soluciones
sean necesarias; capaces de apuntalar la alforja alimentaria de una población
en plena expansión numérica, como la que se opera en Venezuela. Motivo bastante
por el que preocuparse.
Por
tanto, puede decirse de la agricultura, lo mismo que se dice del lenguaje. Es
decir; que es un condominio de muchos millones de seres humanos, prestado a
hacerse de muchos y buenos cuidados.
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