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miércoles, 18 de mayo de 2011

APUNTES SOBRE AGRICULTURA- Manuel Martínez Acuña

APUNTES SOBRE AGRICULTURA

Manuel Martínez Acuña                          
                                                                 
      La primera condición indispensable para poder llegar más cerca de un desarrollo sostenido de la agricultura nacional -aparte de sentir el impulso y la emoción de la tierra- es percatarse de la enorme responsabilidad de conocer de cerca lo que esta explotación requiere en el marco de sus diferentes divisiones y riesgos; comenzando desde la imposición del medio físico, la tenencia de la tierra, su comercialización, la inseguridad personal, hasta la intervención del estamento sociopolítico que, por razones de economía de estado, le es vinculante. Por tanto, todo cuanto no se haga bien en función del comportamiento de la economía agrícola y de sus factores de producción más sobresalientes, será como una vela sin viento en el mastelero. O, como “una alborada detenida, que no avanza hacia ningún mediodía”.

      Fácil es dar en la cuenta de esta realidad, si comparamos la situación de hoy con la de los años treinta, siguiendo el coeficiente estadístico referido al rubro, en ambos tiempos. Tal vez así podamos colocar el problema en su justa dimensión; de donde se infiere que, es y debe ser materia de vivo interés colectivo, convocar a la apertura de un desarrollo agrícola vigoroso y sustentable, que, con toda premura, acelere el país nacional hacia su autoabastecimiento. De lo contrario, el matorral seguirá invadiendo terreno y rancho del agricultor. O, lo que quede de ambos, como dice Vila en su libro “Conceptos sobre Geografía Histórica de Venezuela”. Y, llegar a la conclusión de que, el conuco solo, no genera historia.
      No se trata, desde luego, de seguir respirando en esa atmósfera de legendarias reformas agrarias, ni en otros tantos moldes derivados de inmedicables insanias políticas; pues, es tarea más racional y seria.
Pretender por tanto, seguir sustituyendo proyectos uno a uno, o con eso y aquello de si es o no el tratamiento adecuado para corregir los males de que padece la agricultura vegetal y animal, es como tratar de curar sólo los síntomas, y no la enfermedad. O, de remediar acaso una mordedura de culebra con aspirina.
Sería como no haber empezado en cien años a reconstituirla en una unidad de producción eficiente, técnicamente lograda, y con una alta capacidad de rendimiento cultural. Todo por supuesto, dentro de una real y saludable rentabilidad.
      En esa dirección, todos deberíamos en Venezuela estar comprometidos en la tarea de hacer frente al tétrico fantasma del hambre que amenaza al mundo. De buscar cuántas soluciones sean necesarias; capaces de apuntalar la alforja alimentaria de una población en plena expansión numérica, como la que se opera en Venezuela. Motivo bastante por el que preocuparse.
      Por tanto, puede decirse de la agricultura, lo mismo que se dice del lenguaje. Es decir; que es un condominio de muchos millones de seres humanos, prestado a hacerse  de muchos y buenos cuidados.

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