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miércoles, 18 de mayo de 2011

De Gutenberg al siglo XVI - Manuel Martínez Acuña

De Gutenberg al siglo XVI

Manuel Martínez Acuña          
      En un ámbito de aposturas aristotélicas; en medio de los estantes donde reposan las grandes obras teológicas de Tomás de Aquino; al andar de los diálogos platónicos, y, el recorrer con la mirada los muchos otros libros de aquellos que supieron ver el interior de las cosas desde la antigüedad, fue el escenario de una irrepetible y maravillosa experiencia.
Esa tarde de marzo de 2002, el Dr. José Rafael Fortique nos paseó por esa su majestuosa e imponderable biblioteca. Vale decir, por gran parte de la historia de la humanidad; desde la invención de la imprenta, hasta principios del siglo XVI.

      En medio de esos gigantes vigías de la cultura universal, pudimos captar casi en su totalidad, el entusiasmo que el doctor Fortique adentra en las grandes actividades del pensamiento clásico; feliz arrobamiento del ánimo como para abstraerse de los tantos y contradictorios extravíos del mundo contemporáneo. O, si se quiere, para no alejarse mucho de ese extraño e inefable territorio del alma; lugar donde la vida medita su metáfora y dispensa los efluvios del arte, el valor de la palabra, o el muelle de la poesía. Y, mirando nosotros, (Roberto, Iván Darío y quien escribe), todo este universo junto; ajeno todo al materialismo transfinito del hombre, alcanzamos a observar de entre cada rótulo de libro, original de manuscrito, encabezamiento de papiro, o firma de puño y letra de algún monarca de notable trascendencia histórica, la hendidura y la gracia de algún verso de Horacio, la apología de Tertuliano o, alguna égloga profética de Virgilio sacudiendo los siglos porvenir.
      Así se fueron alineando a nuestra vista, por ejemplo, la Carta de Felipe II al prior del monasterio de Benifazá (Castellón) del 6 de sept. de 1582, sobre la reforma del calendario religioso, según lo ordenado por su Santidad el Papa Gregorio XIII. _ El documento manuscrito en latín, en el siglo XV; o sea el 12 de diciembre de 1410, mediante el cual se disputaba en juicio público un asunto de dinero, entre Juan de Colombo y Bartolomé Colombo, dos hermanos de Cristóbal Colón. _Una carta manuscrita por don Pablo Morillo, Gobernador de Madrid, el año de 1821. _ Una Cédula Real firmada por Alfonso V, El Magnánimo, y fechada en 1431. _”La Fábrica” de Vesalio de 1552. _Gigantescos tomos en latín de la Summa Thelógica de Tomás de Aquino, año de 1488. _ Biblias en latín por G. Rovillium, Luugduni de 1569. _ Biblia impresa en 1519 en Lugduni (Lyon), por Jacobi Mareschal. _ O, por ejemplo, una miniatura iluminada en pergamino, en gris, azul, marrón y rojo, reforzado con oro; rodeado por la inicial “O”, tamaño 4x4 pulgadas. Proviene de un Antifonario de Bolonia o de Florencia, cerca del año 1400. 
      José Rafael Fortique es doctor en Ciencias Médicas de la Universidad Central de Venezuela. Tiene postgrados en Inglaterra, Francia y España. Es profesor Emérito de la Universidad del Zulia. Bibliófilo, historiador y aristócrata del humanismo, como acertadamente lo describe Blas Bruni Celli, uno de sus apologistas. De sus sesenta o setenta trabajos científicos, libros y folletos publicados, se cuentan “Crónicas Médicas de la Independencia Venezolana” y “Libros de los Siglos XV – XVII”, generosamente dedicadas esa tarde a nuestro nombre, por el autor. De los cuales el último fue descrito y comentado por el erudito Agustín Millares Carlo.
      Puesto que los libros son la casa de los sueños; porque son sus flores sus patios interiores, sus cortinas y niveles, porcelanas y acuarelas, y, porque son música de los recuerdos, tienen la magia de dar sentido a la conciencia humana. De hacer por eso que la vida no esté ausente, como dijo Rimbaud que era su vida, cuando -niño de la calle-, fue todo un abandono. Y es por eso el atrevimiento de hacernos de un silogismo con respecto a lo contemplado esa tarde en la biblioteca del Dr. Fortique, con lo que Bruni Celli expresa de la monumental obra de San Agustín, “La Ciudad de Dios”, cuando decimos que, a este ámbito de libros se le puede comparar con “una enciclopedia de la cultura antigua”. O, con “un censo de la historia”; o de la filosofía de la historia, con etiqueta de incunable.

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