HASTA LUEGO AMIGO
Manuel Martínez
Acuña
Estas fueron las tres únicas palabras de despedida que
pude articular apenas, ante el féretro, como despedida del mundo físico, de
quien como Roberto Jiménez Maggiolo fuera mi amigo entrañable de muchas afinidades
espirituales, vividas en dos direcciones: una ingenua y rectilínea a lo
Quijote, y otra irónica, que emana del espejismo, de esos objetos lejanos que
dan una imagen invertida del mundo que vivimos, a lo Sancho, el escudero.
En torno a su erudición, acudían siempre
razonamientos, doctrinas, o argumentos ontológicos, queriendo hacer ver, entre
una llovizna de anécdotas filosóficas, aquellas propiedades, principios y
causas primeras del ser como tal -según la metafísica de Aristóteles-, con una sutileza inusitada.
Procedía a orientar la crítica en un
sentido afirmativo, crudo y polémico, hacia lo que consideraba una afrenta o un
baldón a la verdad manifiesta, y la dirigía más que a corregir al personaje, a
dotar a los demás de un conjunto de puntos de vista, bajo los cuales se podía
llegar a poner en buen orden, el mundo de las falsas impresiones.
Tenía buena disposición para el humor. En
las reuniones sociales adonde era invitado, se valía de su jovialidad y agudeza,
para resaltar el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas, mediante
chistes, imitaciones o parodias, cuya misión era hacer feliz a la gente. Pero
cuando se molestaba, no era lo mismo.
Se levantaba en su pecho tal ambición de
claridad y conocimientos, que habitualmente hacía un lugar en las más altas
cimas de la cultura, apostando por aquello de Goethe: “Yo me declaro del linaje de esos que, de lo oscuro hacia lo claro
aspiran”. Por tanto, no había anaqueles de librería que no escudriñara cuidadosamente,
casi con inquietud de niño, ante la posibilidad de no encontrar el nuevo
título, la nueva obra científica, literaria, artística o política, que sabía
andaba circulando en las tiendas del libro. Pensaba, que, si el hombre debía
cumplir alguna misión de claridad sobre la tierra, tendría que rondar en torno
al libro. Bajo cuyas formas y circunstancias, ocurrió que, los mejores libros
que yo atesoro en mi biblioteca, fueron dedicados con su firma y letra inconfundibles,
y, el galopar de penetrantes metáforas, de indubitable devoción por la amistad.
Todas estas cosas con su hoy y con su
ayer, alientan un sentimiento reflejo que forma parte de una realidad propiamente
autoexhortativa, con la cual quedó transcrito en bronce, la fraterna historia
de nuestra amistad, al cerrar de una puerta.
Recuerdo a este propósito, el viaje que
juntos hiciéramos a la vieja Europa, acompañados de Loloy, su hijo, con la
expresa finalidad de visitar en su lecho de enfermo, en Estocolmo, al insigne
científico zuliano, doctor Humberto Fernández Morán; a cuyo cuarto de hospital nos
condujo su amante esposa, doña Anna Browallius.
Merced al previo conocimiento de Roberto
de ese continente, y de su grata compañía, el viaje no sólo se hizo maravilloso,
sino que, con pasmosa facilidad de experimentado guía, no se quedó ningún museo,
catedral, plaza, u obra de arte, que no visitáramos, elevado a la potencia de
su placer estético.
Se puede ser hermano sin ser amigo, pero
no amigo sin ser hermano.
3 comentarios:
PRECIOSO TEXTO, MANUEL, Y BIEN MERECIDO.ACOMPAÑÉ A LOLOY Y A LAS MUCHACHAS EN EL HOMENAJE QUE A ROBERTO LE RINDIÓ NUESTRA ACADEMIA DE HISTORIA. RECIBE MI ABRAZO.
Apreciado señor Manuel, hermoso texto el que me ha enviado. Le solicito permiso para publicarlo en el Boletín de la Academia No. 51. No pude asistir al sepelio del Dr. Roberto Jiménez Maggiolo por quebrantos de salud, pero pude realizar desde mi casa el Acuerdo de Duelo encomendado por el Dr. Jorge Sánchez y publiqué en mi Facebook su reseña biográfica con su fotografía, fue lo que pude hacer en recuerdo de su amistad que me honró siempre. Gracias.
Reciba un fuerte abrazo de su amigo de siempre,
Jesús Ángel
Hola Don Manuel, que palabras ! hermosas, claras, sinceras, tiernas, fraternas, dedicadas a un amigo que se le fuè fìsicamente, pero, estoy segura, permanecerà en su mente y en su corazòn dìa a dìa, con una intensidad cada vez mayor !
No me enterè de su fallecimiento , pues hubiera hecho guardia de honor a ese Caballero que me dedicò pùblicamente en una entrevista de Televisiòn, los màs hermosos piropos que encantan a cualquier mujer !
Recordemos a ese personaje sin par, al hombre que viviò su vida a su manera, que la plasmò tal como plasmaba en pintura sus paisajes en sus cuadros, que riò, que llorò y que se enamorò de lo hermoso, de lo impactante, de la vida !
Paz a sus restos !
Beatrìz
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